Ernesto
Una vez sin la mirada de la familia, mientras caminaba hacia la habitación donde se encontraba Gabriela, me detuve. Samuel se levantó y suplicó por la vida de un ser que puede no ser suyo, mientras que yo, sin pensarlo mucho, maté al mío. No sé hasta cuándo pueda seguir con el remordimiento.
Ángel… Lamento el daño causado, tú solo esperabas un apoyo de mi parte. —Por eso me miraste esa vez en el cuarto, cuando nuestra madre nos encontró hablando. Tu mirada solo era, apóyame… la misma mirada cuando entraste a esa clínica—. Respiré antes de ingresar. Al abrir la puerta, Rubí le daba una gelatina, se tensionó al verme, por eso me quedé en la puerta.
—No voy a moverme de más de aquí. —Su rostro estaba golpeado, el labio le tembló y se aferró a Rubí—. ¿Quieres que me vaya?
—No, pero no te acerqué.
—Gracias.
—Gracias a ti, Ernesto, te entregaste para salvarme, pero ese paciente… huyó para continuar… —comenzó a temblar.
—No fue suficiente, Gaby, perdóname. Solo tengo unos minutos, ah