Ruby
Conducir con un bombón de caramelo mirando no era agradable, reparaba en mí cada dos por tres. Su escaneo me había sonrojado en más de tres ocasiones.
—¿Puedes dejar de mirarme?
—Tenemos una conversación pendiente.
—Habla si eso es lo que deseas.
—Por ahora, no te inyectes en la farmacia donde lo hicieron Euma y Gaby. —Lo miré—. Ojos al frente, jovencita. —Como tonta obedezco, eso parecía satisfacerle—. Quiero que te cuides. —Volví a mirarlo—. Te di una orden.
—Semáforo en rojo, y ¿esta es la gran conversación?
—Una parte. Rubí, eres directa, en temas sexuales, eso me agrada. El hecho de que te diga que te cuides es porque serás mía. —Se acercó tanto, permitiendo impregnarme de ese delicioso aliento, el cual envió corrientes a mi entrepierna—. Tu cuerpo te da la respuesta a mi orden. No se puede negar la gran atracción existente entre los dos. —Los autos tocaron sus bocinas, volví a darle marcha al carro, aún más sonrojada—. Pero no se me ha olvidado lo costosa que saldrás.
Idiot