María Paula
Gabriela tenía razón con lo de ayudar a Rubí y, como aún no habíamos salido del parqueadero, podía hacer la jugada. Ya era hora de que vuela a ser feliz. Él se ponía el cinturón de seguridad, de rapidez le mandé un mensaje a Alexey.
«Espérame, me voy contigo».
—Emmanuel, me voy con Alexey, debo aclarar un tema importante con él.
—¿Qué?, ¡pero Mapa!
—Por favor, cerciórate primero de que Luis David llegue por ella. —señalé en dirección de mi amiga.
Era extraño. Luis era el mayor, pero no hizo esa gran fraternidad con nuestro grupo. Nos consideramos familia, pero él era más amigo de mis hermanos menores y de los hijos de Benjamín. Eso sí, adora a su hermanita.
—¿Por qué?
—Porque mírala. Su hermano no ha llegado.
Antes de que dijera algo, salí del carro y corrí para llegar al de Alexey, quien esperaba extrañado.
—¿Se puede saber qué pasa? —Su mirada evidenciaba reproche por este acto.
—Cosas de chicas. ¿Puedes llevarme a la casa?
—Eres única, Vainilla. Por supuesto, ni modos d