Angélica
Todo se había convertido en un caos. Mi tía Fernanda estaba calmada por la tía Maju. La tía Patricia trataba de calmar a una alterada Euma. En ese momento llegó Julián con Adara y Samuel, quien cargaba a Deacon y, al ver lo que pasaba, le entregó el bebé a su madre para correr hasta donde su madrina. Julián bajó a su hija.
—¡¿Qué pasó?!
—Samuel, cálmate, ya fueron a darle apoyo a Gaspar.
—¡¿Qué le pasó a Gabriela?!
A una situación como esta era a lo que le temía, Ernesto seguía mirándonos a todos con sus manos en puños. Era mucho para él, no solo lo que pasó con nuestros padres y el decirle abominación a una unión entre los dos. No era justo, en verdad que no, nosotros solo nos amamos y no tenemos la misma sangre. Puede haber un poco el tema moral. Pero nos enamoramos.
¿Ahora cómo le digo lo de mi embarazo? Lo mío no fue por error, ni porque la inyección falló. Yo lo decidí, fue mi deseo de presionar la situación, por eso, desde hace dos meses dejé de inyectarme. Pero con lo