La semana en Venecia pasó más rápido de lo que imaginé. Entre masajes relajantes, comidas exquisitas, paseos en góndola, noches de vino y carcajadas con Lili, sentí que algo en mí comenzaba a despertar… o tal vez, a volver a la vida.
No era solo descanso. Era reconexión.
Volví a mí. A la mujer que había sido antes de dejarse consumir por las mentiras.
Cada mañana me escapaba sola, con mi cuaderno de dibujo y mis acuarelas.
Venecia es una pintura viva, y perderme en sus calles me recordó por qué estudié arquitectura paisajista.
Siempre amé los espacios que sanaban, que conectaban con el alma.
Quizá porque yo misma necesitaba sanarme desde hace mucho. No me hacía falta Ethan. Él fue solo el detonante. Mi verdadera rabia no era por él… Era por Brittany y Cristian. Ellos me mataron.
Me traicionaron de una forma que no tiene nombre.
Y lo más cruel es que me amaban mientras lo hacían. Así que decidí renacer.
Me miré en el espejo del hotel y no quise ver a la misma Kendall d