Encadenada a una pared, no había mucho que Alessia pudiese hacer.
Le habían dado un palo con forma de espada y entrenaba con las principiantes, pero no protestó. A pesar de todo era bueno comenzar desde abajo, porque así podía medir las fuerzas y debilidades de sus compañeras, después de todo, había pasado de la sartén al fuego.
O más bien, del invierno eterno al infierno congelado porque se vea obligada a dormía en una celda junto con otras cincuenta mujeres, prácticamente a la intemperie.
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Karman:
Me arrepentí de enviarla al círculo en cuanto di la orden.
En vez de obedecer la sugerencia de mi madre debí meditar las cosas con mayor calma y pensar en otro castigo para ella.
La forastera desentona entre mis guerreras, no porque no tengo habilidad, sino porque simplemente no pertenece al montón.
¡Maldita sea!
Cada vez que vengo a supervisar los entrenamientos se me aprieta el pecho.
Comenzó desde abajo, entrenado con las principiantes, pero en cuestión de semanas se ha mov