V. Comprando la foto de la pelirroja sexy

El domingo, de lo que sería la semana próxima, a cuando se celebró la subasta en la mansión de los Aron, pude sacar por fin algo de tiempo para verme con Williams en el estudio.

La señorita Monroe, generalmente no trabajaba los domingos, solo en ocasiones donde estábamos de proyectos hasta el cuello y no quedaba de otra.

Llegué a la hora indicada y estacioné mi Porche 911 en el garaje subterráneo del edificio, en realidad no soy de los que me gusta andar lleno de guardaespaldas y choferes todo el tiempo.

Necesito respirar de vez en cuando y a pesar de ser un millonario heredero y empresario exitoso, tampoco me considero una figura pública ni nada de eso, Manhattan está lleno de tipos como yo.

Subí hasta el último piso, donde Williams me indicó que estaba el estudio, y la verdad es que como decía estudio privado y discreto, pensé que estaría en un subterráneo o algo así, tipo bar clandestino, por ejemplo.

Pero me asombré al llegar y ver, lo que parecía ser un típico estudio muy normal de fotografía, claro, que ya entrando dentro de los cuartos donde los modelos posaban, ahí te llevabas las sorpresas.

Cuando el elevador abrió las puertas me recibió un amplio hall, por supuesto muy estilizado y luminoso, supongo también que por la luz que entraba por los grandes ventanales de cristal.

Cuadros artísticos y abstractos en las paredes, que nada tenían que ver con los cuadros que se producían adentro.

Esculturas minimalistas y contemporáneas y en fin mucho acero y cristal, como ya dije, estamos en Manhattan. Una rubia secretaria se sentaba detrás de un escritorio que le daba la bienvenida a los visitantes.

En cuanto me vio, se paró de su asiento muy solícitamente y me saludó, preguntándome por el motivo de mi visita.

- Vengo a ver al Sr. Williams Aron, dígale que de parte de Alan Kingsley- le respondo.

- Claro, Señor Kingsley, el director me pidió que lo pasara a su oficina en cuanto usted llegara- me responde con una sonrisa muy profesional y me guía por un corto pasillo, hasta lo que supongo debe ser la oficina de Williams.

Durante el corto trayecto, pasamos a través de unas grandes oficinas llenas de cubículos, puestos no de la manera tradicional que se colocan en las empresas, como por ejemplo la mía, con uno al lado del otro, donde se sienta el trabajador en su escritorio a hacer sus cosas y una corta pared lo separa del trabajador adyacente.

Aquí, estaban todos los puestos de trabajo armoniosamente desordenados, sin que yo le pudiese hallar ninguna lógica, menos mal que no soy de esas personas perfeccionistas que todo tiene que estar perfectamente simétrico, si no entran en shock.

Supongo que es cierto eso de a la gente artística y creativa, le va más el rollo de que las cosas fluyan, no importa si se ven organizadas o no.

En fin, no era mi problema, aunque pensaba invertir en este negocio, Williams iba a ser el principal responsable de todos los detalles.

Llegando a una puerta blanca de madera, la secretaria tocó, escuchamos una adelante y luego ella entró para anunciar mi llegada. Por supuesto yo entré detrás de ella, porque no creo que sea necesario tanto protocolo con mi amigo.

- Te estaba esperando, ¿cómo van los negocios?- me pregunta Williams una vez que nos quedamos solos.

- Lo mismo de siempre, viendo como le quito más dinero a las personas para hacerme más millonario- le digo socarrón y Williams se ríe. 

Esa es una de las principales razones por la que somos amigos. Williams tiene muy buen carácter y es algo así como el desintoxicante para el veneno de seriedad de la Srta. Monroe, por cierto ¿qué estará haciendo hoy?, seguramente muy feliz de no ver mi cara el domingo.

- Ven siéntate, hablemos de lo que nos interesa- me dice y tomamos asiento en su sala de descanso. Me acomodo en un cómodo sofá blanco muy minimalista, al igual que el estilo de toda la oficina de Williams.

- ¿Leíste el resumen de las finanzas que te envió mi secretario?- me pregunta tomando de una librería de acero que hay en una pared, una gruesa carpeta roja

- Sí, lo leí, me parece rentable y con muy buenos dividendos. Entiendo por qué quieres un socio, aunque las fotos se pagan muy bien, entre salarios, equipos sofisticados y el pago de los modelos, hay que invertir una buena pasta- le digo, recordando los datos que había visto el día de ayer- Pero creo que con los proyectos novedosos que tienes, es posible duplicar las ganancias. Solo no entiendo, ¿por qué pagas tanto por el alquiler de la oficina?- le explico mi valoración final y pregunto mis dudas.

- El problema es que este negocio demanda privacidad y este piso tiene su elevador privado para los clientes, que fue de donde subiste directo del subterráneo, o sea, no tienes que toparte con nadie más del edificio y vienes directo hacia aquí- me explica y claro, entiendo los costes de más, la exclusividad es cara.

- Creo que te hubieses ahorrado todos esos gastos, si hubieses hecho el estudio en un piso bajo o subterráneo- le digo levantando una ceja ante lo obvio.

- Je, je, no lo tuve en consideración, la verdad, me vine a dar cuenta cuando ya había hecho toda la inversión aquí y me iba a costar demasiado volver a empezar de cero- me responde avergonzado rascándose la nuca con torpeza.

- Echa un vistazo al catálogo que tenemos como muestrario en estos momentos, aunque, como ya te expliqué, los clientes pueden llenar un cuestionario y decirnos su solicitud, se valora si es factible, sin violar nada y se da el visto bueno o no- agrega saliendo de su momento incómodo y dándome la carpeta roja que tenía en la mano.

Al abrirla, me reciben todo tipo de fotos que siguen la tendencia de la que vi en la casa de Williams, por supuesto con diferentes poses, diferentes modelos y juegos de luces.

Algunas a color, otras blancas y negro, en fin para todos los gustos. Me seguía pareciendo muy interesante este concepto, de casi te muestro todo, pero al final te lo dejo a la imaginación.

Estaba muy entretenido, cogiendo ideas para hacer mi pedido como cliente, cuando una de las fotos llamó poderosamente mi atención.

En ella aparecía la imagen de una mujer con una máscara negra veneciana, con detalles en dorado, muy hermosa y vestida con una sexy tanga, también de encaje negro.

Se sentaba a horcajadas sobre una silla, con las piernas abiertas, pero dándole la espalda a la cámara. Se podían ver sus blancas, largas y sexis piernas con un ligero en su muslo izquierdo y unos zapatos de tacones rojos muy llamativos y de gran altura, que combinaban perfectamente con su pelo rojo suelto, el cual cubría parte de su desnuda espalda.

Aunque no se veía nada, era obvio que para arriba estaba sin brasier, pero como estaba de espaldas a la cámara, pues solo podías utilizar la imaginación.

Por último me llamó la atención el perfil de su rostro, a pesar de que llevaba una máscara. Estaba mirando hacia al lado y solo se podía ver la mitad de cara y el estilizado cuello, mostraba un suave maquillaje, pero con un potente rojo en sus labios.

Toda la imagen se componía de luz y sombras, de rojo y negro, era increíblemente artística y excitante a la vez.

No era ni remotamente la más caliente del dosier, pero había algo en esa foto que me llamaba poderosamente. 

- Veo que te ha gustado mucho esa foto- interrumpe Williams mis cavilaciones, sentado en el otro sofá blanco que está frente al mío, entre nosotros, una mesita baja de café con la superficie de cristal pulido- Tienes suerte porque esa foto se tomó a penas la semana pasada y en realidad nadie la ha comprado aún, además la modelo es nueva y ese es su primer trabajo- me explica.

- ¿La conoces?- le pregunto de repente intrigado.

- En realidad no la conozco, todos esos detalles, me lo pasa la subdirectora que es la que casi siempre está al frente, porque como sabes esto es algo secundario, no tengo mucho tiempo para tener en cuenta todos los aspectos, así que ella es quien lleva la información del reclutamiento- me explica.

- ¿Y esa información incluye datos personales de tus modelos?- le pregunto, pero ya me sé la respuesta, solo que quería probar.

- Sr. Kingsley, me insulta, creo que ambos somos hombres de negocios, sabe que el mal manejo de datos confidenciales, es algo muy serio y usted es solo un potencial cliente de la empresa- me dice con una sonrisa burlona, pero no me dejo engañar, por supuesto que entiendo que estoy abusando de su confianza.

- Pero además de un potencial cliente, soy un potencial inversor y socio también, ¿cierto?- agrego haciéndome el listillo.

- Como bien acabas de decir, eres "potencial" y aún no hemos firmado nada que te vincule con este negocio, así que dejemos esta conversación sin sentido, ¿te gusta la foto para ampliarla o prefieres otra?- me dice yendo directo al negocio.

- Uf, me rompe el corazón Sr. Aron, de verdad que creía que éramos amiguis- le digo dramáticamente y vuelve a reír con esa cara de bonachón que tiene, pero no se dejen engañar, ya se puede ver que una cosa es que se haga el pastel suave y otra cosa es lo que es en la realidad, un inteligente heredero que ha crecido en un medio, donde tienes que ser vivo y siempre tener tú haz bajo la manga, si no te comen los tiburones.

- Hazme una fotografía gigante, me gusta, la voy a comprar- me decido finalmente- y dame unos días, te daré mi respuesta lo antes posible- le digo, porque igual por mucho que me llame la atención esa mujer y tenga curiosidad por ella, no soy de los que se mete en un negocio a ciegas. 

Aunque Williams me asegura que todo es adecuado, tengo que comprobar yo mismo, que todo esté dentro de los parámetros establecidos de la ley y el orden.

Llevaba al menos unas 72 horas que te entregaran el cuadro aumentado, en realidad después que lo pedí y lo pagué, comencé a dudar un poco, porque me preocupaba que la Secretaria Monroe lo viera y se disgustara, no es que tenga que rendirle cuenta de todas las cosas que hacía en mi vida, pero no quería que ella viera algo tan íntimo.

Así que decidí guardarlo en el despacho privado de mi casa, que mantengo con llave, estrictamente cerrado y la Srta. Monroe no entraba ahí.

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