Mundo ficciónIniciar sesiónIvanka caminaba un paso detrás de Emilio, sus manos aferradas frente a su vientre como un escudo. Estaba temblando visiblemente. —Emilio, no sé qué pretendes... Deberíamos volver adentro.
Emilio no se detuvo. Siguió caminando por el sendero de piedra, alejándose de las ventanas del comedor, hasta que una fuente alta y un grupo de helechos frondosos los ocultaron parcialmente de la vista. Solo entonces se giró.
La máscara de anfitrión educado se había evaporado. Su rostro estaba pálido, sus ojos fijos en ella con una intensidad que la hizo retroceder. —Deja de fingir, Ivanka.
—No... no sé de qué hablas —tartamudeó e







