—Los detalles exactos, la verdad no los sé—, continuó Elara con voz preocupada por el celular. —Eric acaba de confrontarme, preguntándome si las pruebas que tiene su suegro contra él fueron proporcionadas por nosotros.
Hizo una pausa significativa antes de añadir: —Al principio evadí sus preguntas, pero entonces mencionó tu nombre de manera específica, cuestionando si estabas involucrado.
—Logré despacharlo con evasivas, pero algo me dice que no dejará las cosas así tan fácilmente—, advirtió con tono grave.
Respondí con una calma que pareció sorprenderla demasiado: —Que lo sepa no me preocupa. Como dice el refrán: A quien no debe, no teme. Si no ha cometido fechoría alguna, ¿por qué habría de inquietarse?
—Me alegra demasiado esa actitud—, concedió Elara: —pero no subestimes a Eric. Podría intentar vengarse sutilmente. Mantén los ojos bien abiertos.
—Entendido, jefa. Gracias por la advertencia.
—¿Cómo van las cosas en la clínica de Patricia?
—Todo está bajo control. Mientras yo esté aq