Franco Jane era una piedra en el zapato de cualquier persona, una mujer fría, y desesperante, ya se le estaba haciendo costumbre visitarme, solo la recibía porque deseaba vengarme de Massimo después de que me había humillado delante de Emilie cuando fui a buscarla a la villa. La extrañaba, deseaba tenerla a mi lado, no me importaba lo que tendría que hacer para lograrlo. —Tú conoces mejor que nadie a esa mujer, intenta recordar, tal vez en su pasado pueda haber algo que los pueda separar. —Jane se sentía impaciente, estaba parada frente a mí mientras movía su pie desesperadamente. —Uhmmm, dejame recordar, es que por más que busco no encuentro entre mis recuerdos nada que pueda servir, Emilie es una chica común, su padre la crió de manera humilde cuando sus padres se separaron. —¿Qué hay de su madre? —De esa mujer sé muy poco, solo los rumores que corren, que abandonó a Emilie y a su padre para irse con otro hombre, pero no sé si es real lo que dicen. Jane colocó su mano sobre su
Massimo Al día siguiente salí temprano hacia la oficina, no podía estar tranquilo, la duda sobre lo que me había dicho Jane llegaba por momentos a mi mente, trataba de dejarla pasar, pero llegó el momento que ya no pude soportar la incertidumbre, así que salí de la oficina para dirigirme hacia la casa de mi padre. Mi padre sonrió con autosuficiencia al verme, no se que es lo que pasó por su mente, pero yo solo podía sentir desprecio al tenerlo frente a mi. —Massimo, hijo, qué bien que vienes a ver a tu padre. —Se acercó a mí, la sonrisa desapareció de su rostro al ver mi semblante. —Necesitamos hablar —dije molesto, con ese hombre no podía portarme de otra manera, esperaba que cuando menos por una vez fuera sincero. —Entonces, hablemos —contestó con desagrado, mi padre no acostumbraba intimidarse ante nadie, su orgullo no se lo permitía. —¿Conocías a Emilie desde antes? —lo vi sorprenderse ante mi pregunta. —Antes, jamás la había visto, nunca visité ese club para hombres, no h
Alonzzo Me sentía inquieto desde que Jane había dicho que Emilie era la hija de mi antigua amante, sentía un odio profundo por esa mujer, había prometido amarme, y al final me había abandonado por uno de mis socios que era mucho más joven. Emilie tenía algo que no me agradaba en lo absoluto, lo sentí desde la primera vez que la vi, y eso era algo que iba mucho más allá de que trabajara en un club nocturno. Ese día el investigador privado me entregó el resultado de la investigación que había ordenado hacer sobre esa chica, al leer lo que estaba escrito en el documento, simplemente no podía creerlo. —Pero qué pequeño es el mundo, Beatrice, he tenido a tu hija cerca de mí todo este tiempo, me pregunto que será capaz de hacer mi hijo cuando se entere con quién ha estado viviendo, esa debe de ser igual igual que tú, una cualquiera. La situación me parecía por demás divertida, tomé el teléfono para llamar a Jane de inmediato, estaba más decidido que nunca a separar a Emilie de Massimo.
Emilie Logré reponerme después de un rato de la gran impresión que me había causado aquello, entré en la villa para dirigirme hacia mi habitación, al hacerlo, logré ver a Massimo y a Jane que estaban en la sala, él al notarme, inmediatamente atrajó hacia él a la bruja. —Te parece sí lleno la tina con agua tibia, así podremos relajarnos un rato. —Claro mi amor, subamos. Al voltear, Jane pudo ver que los observaba, en el rostro de la rubia apareció un gesto de burla, pasaron junto a mí para subir las escaleras, Massimo me ignoró por completo, como sí no existiera. Empecé a subir las escaleras en cuanto la pareja se perdió por el pasillo que daba hacia la habitación de Massimo, sentía que los pies me pesaban, prácticamente los estaba arrastrando, me parecía imposible levantarlos. Al llegar a la puerta de mi habitación, logré escuchar a Jane, por lo visto la pareja estaba disfrutando, y la mujer no pretendía ser discreta en lo absoluto sobre lo que estaba pasando entre ella y Massim
Emilie Crecí en un barrio pobre de mi ciudad, mi padre había perdido todo, mi madre se había casado con él antes de que eso sucediera, tengo muy pocos recuerdos de lo que pasó cuando mi madre nos abandonó, tampoco logro recordar su rostro, mi padre se encargó de borrar todas sus fotos. Sí bien mi padre no fue el mejor del mundo, trató en lo posible de que no notara la ausencia de mi madre, éramos él y yo contra el mundo, jamás la mencionó en casa, y yo al ver su sufrimiento, jamás pregunté por ella. Franco fue un gran amigo desde la infancia, al ser mayor que yo imagino que recuerda todo lo sucedido con mi madre, él vive en la casa que está justo al lado de la de mi padre. Mientras mi padre trabajaba, Franco me acompañaba, me apoyaba en todos mis proyectos, haciendo su máximo esfuerzo, defendiendome de las personas que trataban de aprovecharse, o de los que llegaban a molestarme, acostumbramos a estar juntos casi todo el tiempo, solo nos separamos cuando él trabajaba y por las noc
Al acudir al llamado de Jane, me recibió con una gran sonrisa maliciosa, pude oler azufre en el aire, pues me parecía que esa mujer del infierno se había escapado.—Desde ahora serás mi sirvienta personal, Massimo lo ha autorizado, estoy muy agotada, quiero relajarme, y como me duelen los pies, tú vas a masajear, así que ve y trae lo necesario, alguna bandeja con agua caliente y hierbas aromáticas, y los aceites necesarios, tienes diez minutos para traerlos u ordenaré que te encierren sin comer en el ático. A pesar de sentirme molesta porque sabía que lo hacía por lastimar mi orgullo, me apresure a hacer lo que me estaba pidiendo, no podía dejar de comer todo un día, mi bebé necesitaba el alimento, además de que me aterraba pensar estar sola en un lugar frío y oscuro como lo era el ático. Jane empezó a reír a carcajadas en cuanto me vio alejarme, la maldita perra lo estaba disfrutando.En cuanto llegué a la cocina, el ama de llaves se apresuró a ayudarme.—No puedo creer hasta dond
Durante el par de horas que duró el vuelo, me sentí torturada, jamás me había subido a una avioneta, recoste mi cabeza sobre el hombro de mi padre.Me sentía profundamente avergonzada por obligar a mi padre a que abandonara toda su vida, él se limitó a acariciar mi cabeza suavemente.Cuando la avioneta empezó a bajar, pude ver que la isla era pequeña, tenía fe que ahí podría ser feliz junto a mi padre y mi hijo, me era obligatorio aferrarme a eso.Para esa hora, los guardias ya estarían despiertos, Massimo ya tenía que estar enterado, y furioso, jurando que me haría pagar por esto.Temblé un poco al pensar en ello, el ama de llaves extendió su brazo para tomar mi mano y así pudiera bajar de la avioneta, en cuanto lo hice, pude sentir la brisa del mar sobre mi rostro.Era el aire más limpió que jamás había respirado, inhale profundamente, mi padre pasó su brazo sobre mis hombros.—Logré vender en tiempo récord la casa, hija, había un viejo amigo que hacía tiempo la quería, así que no
EmilieLos siguientes días no tuve tiempo libre como para pensar en Massimo, mi padre y el ama de llaves, quién por cierto nos pidió que de ahora en adelante le llamemos nana, discutían la mayor parte del tiempo.No podían llegar a un acuerdo sobre que negocio poner, se convertirían en socios, unieron su capital, cada uno insistió en darme la mitad de su dinero, querían asegurar mi futuro y el de mi hijo.Al principio me negué, pero ante su insistencia terminé accediendo, dejando claro que les pagaría más adelante, esperaba poder hacerlo.La casa se compraría igual, a partes iguales, pero decidieron que la eligiera a mi gusto, tendría que ser alguna de las dos únicas disponibles.La primera casa que nos mostraron, no tenía mucho espacio, necesitábamos que tuviera varias recámaras, y de ser posible, un jardín enorme.La segunda casa era perfecta, situada en lo alto de una colina, justo dónde terminaba el pueblo.Tenía un terreno muy grande, pues el antiguo dueño era criador de caballos