OLIVIA
Salí con las manos temblorosas y sin poder contener el llanto. La madre de Nick, a quien creía la persona más dulce del mundo, resultó ser solo una asesina disfrazada de ama de casa. Me costaba creer que la mujer en quien tanto confié, me amenazara por algo que no hice, en lugar de enfrentar a su hermano mafioso y dejarme en paz.
Nunca le pedí a ese hombre que matara a nadie ni que hiciera nada por mí; ni siquiera conocía de su existencia y ya me culpaban por sus pecados. ¡Diablos! ¿Qué hice para merecer esta vida? Solo quería ser feliz con mi esposo, formar una familia y vivir tranquila.
Después del fracaso de mi matrimonio, solo aspiraba a salir adelante y criar a mi hijo, pero hasta eso parecía imposible con los problemas persiguiéndome a cada paso. Quizás la madre de Nick tenía razón: yo realmente era una maldición.
Tras secarme las lágrimas, llamé a un taxi con manos temblorosas y esperé con la mente confusa. Todo estaba sucediendo demasiado rápido. Revisé el mensaje que re