Punto de vista de Rafael
El sueño no llegaba. Llevaba dos horas mirando el techo mientras Belén dormía plácidamente a mi lado, su respiración suave y uniforme. El tipo de sueño que viene de una conciencia limpia.
Ya no sabría cómo se siente eso.
Con cuidado, me deslicé de la cama y me vestí en la oscuridad. Belén se movió pero no despertó mientras tomaba mis llaves y teléfono de la mesita. Dejé una nota en la encimera de la cocina: *No podía dormir. Salí a conducir. No me esperes.* y me adentré en la noche.
La ciudad estaba más tranquila a esta hora. Pasada la medianoche pero no lo suficiente para que emergieran los verdaderos degenerados. Solo gente como yo: insomnes, pensadores y aquellos huyendo de algo que no podían nombrar.
Saqué mi teléfono y le escribí a Marcos: *¿Sigues despierto?*
La respuesta llegó segundos después: *Desafortunadamente. Bar Riverside. Únete.*
Marcos había sido mi mejor amigo desde la universidad. Nos unimos por sesiones de estudio nocturnas y un cinismo comp