71: Lo que tenia que hacer.
¿Qué fuego había en sus corazones? ¿Qué deseo, que emoción? ¿Qué fuerza encerraba la pasión desbordante de dos almas heridas que se habían unido en un mismo ser?
El fruto del edén había sido devorado, la serpiente había atravesado a la manzana, el dolor había pasado, y el tiempo de sentir con cada fibra de sus cuerpos, había llegado para llenarlos de un exquisito placer nunca sentido tal cual lo sentían ahora.
La sangre ardía, la pasión los consumía, y como una ola arrasadora del océano, ambos eran arrastrados mar adentro hasta un punto del cual ya no podrían volver. Callados, y unidos como el fuego y el aire, Emma Borbón y Daniel Lancaster se besaban, llegando a sus clímax juntos, y explotando de desbordantes pasiones en aquel regalo que el acto más pecaminoso, dejaba en los cuerpos de aquellos que se habían rendido a sus deseos carnales guiados por el amor puro de su fiel corazón.
Sin decir palabra alguna y recuperando el aliento perdido, los amantes se miraban abrazados el uno del