33: Con miedo a avanzar.
El viejo jardinero Campbell, recordando al joven señorito que solía llorar por casi todo cuando era muy pequeño, se atrevió a palmear la espalda de su joven amo tal cual lo hacía cuando Daniel Lancaster era tan solo un niño que buscaba refugio entre las rosas, así como lo estaba haciendo ahora.
—Una copa de cristal que se ha roto se puede transformar en un tesoro, si con amor y paciencia, rellenamos cada surco en ella con oro. Las emociones mi señor, son lo mismo. Reemplace el dolor con amor, la crueldad con bondad, y la tristeza con alegrías. Así es como se puede reparar un corazón roto. — respondió el anciano.
Daniel meditó aquellas palabras dichas por su viejo jardinero de confianza.
—Se lo agradezco, señor Campbell. — respondió con sinceridad sin saber que más decirle.
El viejo jardinero sonrió y levantándose, se quejó un poco.
—Es ya demasiado noche, y esta vieja espalda no da para más, le recomiendo, mi joven alteza, que descanse, un buen y reparador sueño, siempre es bueno para