12. Desaparecer
Capítulo 12
Seis meses atrás
Nathaniel se enteró apenas horas después de que Connie intentara colocarle guardaespaldas a Jazmín. Ni siquiera tuvo que preguntar; uno de los Müller, más inteligente que el resto, le informó en un breve mensaje cifrado. Cuando lo leyó, Nathaniel soltó una carcajada baja, tan seca y filosa que hasta su asistente se estremeció al otro lado del escritorio.
—Qué ingenua… —murmuró, moviendo el vaso de whisky entre los dedos—. Cree que puede mover mis piezas sin que yo lo sepa.
Connie todavía no entendía lo más importante: todo en esa casa, en esa familia y en ese juego, se pagaba con su dinero, se movía con su voluntad, y obedecía únicamente a su voz. No había lealtades dobles, no había confusión. Si alguien llegaba a olvidarlo, simplemente… dejaba de existir.
Por eso, cada vez que él visitaba a Jazmín, los Müller sabían lo que tenían que hacer. Se retiraban con discreción, se convertían en sombras. Nathaniel no necesitaba dar más órdenes.
Jazmín, por s