104. En el colegio
104
—¡Vamos al colegio! —dijo Nate con la voz tensa, intentando mantener la calma, pero el nudo en su garganta no lo dejaba respirar del todo.
—¡Sí, el colegio! ¡Ellos deben responder por mi hijo! —exclamó Jazmín, desbordada de rabia, miedo, impotencia. Sentía que la sangre le hervía bajo la piel.
No tomó su bolso. No buscó su celular. Ni siquiera se preocupó por el saco de su traje. Solo se quitó de encima el brazo de Nate con un movimiento brusco y corrió hacia el ascensor con el corazón en llamas.
—¡George! —vociferó Nate sin perderla de vista—. Haz un rastreo completo. ¡Cierren las autopistas ahora! Nadie entra ni sale de la ciudad sin que lo sepamos.
—¿Y cree que el alcalde lo permitirá, señor? —preguntó George desde el otro lado, su voz temblorosa y jadeante.
—Dile que, si no coopera, todos se enterarán de que es adicto a las drogas y que gasta dinero público en prostitutas de lujo. Tenemos pruebas, úsalas si es necesario —disparó Nate con frialdad, su tono era gélido, helado, c