Arianna sintió su corazón dar un gran vuelvo en su sitio. Sin embargo, no iba a demostrarle temor alguno a esa nefasta y cruel mujer que era su media hermana. Girándose hacia ella y sin soltar la mano de su prometido, miró con arrogancia a su hermana menor. Jamás le mostraría miedo. No de nuevo.

— Hola, Mariana, cómo puedes ver me encuentro muy bien, mejor que nunca, a decir verdad, ¿Por qué la pregunta hermana?, ¿Estabas preocupada por mí por alguna razón en especial? — Arianna cuestionó mordaz.

Mariana notó como su hermana se tomaba de las manos con Leonardo Prego y parecían estar disfrutando de un momento romántico; en ese momento, algo dentro de ella se removió con rabia. Arianna estaba bien, no parecía estar afectada en lo más mínimo por el ataque ocurrido. Había sabido que su maldito gato panzón y el propio Leonardo la habían rescatado de las manos del miserable que se pasó de la raya con su encargo. Había sido muy tonta al preocuparse por ella.

— Ya veo, yo estoy aquí con Renat