Orlando la cogió de la mano y la llevó a una habitación y ella la miró.
—Esta será tu habitación 6 meses. — ella se giró y lo miró.
—Es preciosa. — él sonrió y asintió.
—Es toda tuya, puedes decorarla como quieras. — ella asintió. —Durante 6 meses eres mía y yo tuyo, ninguno romperá las reglas.
—Por mi perfecto. — él asintió.
—Yo me tengo que ir, estás en tu casa. — la dió un beso en la frente y salió de la habitación.
Alessa se acercó a la ventana y miraba como la lluvia caía.
—Caeras, Orlando Leone. — sonrió con malicia. —Pagarás la muerte de mi madre.
Orlando llegó a la casa de Enzo, donde todos estaban reunidos en el gran salón. Con una copa en la mano, fue bebiendo. Orlando seguía con su mente, como hacía suya a Alessa. Sus gemidos, su cuerpo, sus labios, todo de ella. El olor de ella seguía en su cuerpo, su tacto. ¡Dios! deseaba volverla a follar.
—¿Dónde está Franco? — preguntó Maurizio. —Desde esta tarde no he vuelto a saber de él.
—Tal vez, está con alguna. — respondió Paolo