Los hermanos ya podían entrar a ver a su hermana, abrieron la puerta y vieron a Alessa dormida boca arriba. Tenía una vía en su antebrazo, unas pequeñas máquinas en su vientre, para ver los signos vitales del bebé. Ellos se acercaron a ella y la cogieron de la mano, dormía profundamente.
—¿Creés que ella se emocionará? — preguntó Giovanni mirando a Mariano. — ¿Creés que aceptará estar embarazada?
—Si, claro que sí. — respondió. — Ella aceptará a su Piccolo.
En ese momento, Alessa iba despertando. La costaba abrirlos, cuando por fin los pudo abrir, vio las paredes blancas, miraba por todos los lados y se encontró a sus hermanos.
—Ciao Piccola. — saludó Giovanni con una sonrisa. —¿Como te sientes?
—Bien, con un poco de dolor pero bien. — respondió. —¿Lleváis mucho aquí?
—Mas o menos. — los hermanos se miraron. — Quiero que nos cuentes, quién re hizo ésto.
—Fue ella, la esposa de Orlando. — ellos arrugaron su ceño. — Estaba haciendo la maleta, ella pasó y por detrás me apuñaló.
—¿Flore