La sala de juntas, normalmente tranquila y elegante, se llenó de tensión cuando la matriarca Miller, con una furia contenida, dio un golpe brusco en la mesa. El estruendo resonó en el aire, haciendo que Erick, Alexis y Jorge se sobresaltaran, así como a Linda, quién temerosa observa la situación.
—¡Erick! —gritó la anciana, su voz temblando de rabia—. ¡Eres un maldito retorcido por haber contratado a una mujer igual a Loreine! ¿Hasta cuando seguirás con esto? ¡Eres el mayor de mis nietos y también el más estúpido!
Los ojos de Erick se abrieron en sorpresa, mientras su mente trataba de procesar la acusación. La matriarca no se detuvo ahí; se volvió hacia sus otros dos nietos, dejando claro que la ira no era solo para uno. —¡Y ustedes dos son iguales de enfermos por permitirlo! ¡Yo creía en ti, Alexis! Pensé que eras más equilibrado... Pero me equivoqué.
El ambiente se tornó aún más tenso. Linda, sintiéndose atrapada entre el fuego cruzado, agachó la cabeza, evitando la mirada de la an