Sasha
La sala permanecía inmóvil, las miradas de los líderes de los clanes fijas en Dante, Adrian y en mí. Cada uno de sus ojos ardía de incertidumbre y escepticismo. Desconfiaban de nosotros, de este pacto que proponíamos, como si fuera una trampa mortal. Y, a decir verdad, no podía culparles. La historia entre los vampiros y los lobos estaba teñida de sangre, traiciones y rupturas. Las alianzas pasadas nunca habían tenido una oportunidad de perdurar. Sin embargo, había que convencer. Había que hacerles entender que era esta alianza o el fin.
Me enderecé, mis manos levemente temblorosas apretando los bordes de la mesa. Mi voz, sin embargo, resonó en la inmensidad de la sala con una certeza glacial.
Este pacto no es un favor, ni una negociación para satisfacer nuestros intereses personales. No se trata de poder o dominación, sino de supervivencia. Todos estamos en el mismo barco, y si no nos unimos ahora, todos naufragaremos juntos.
El silencio que siguió a mis palabras era pesado, co