Sasha
Las horas que siguieron estuvieron marcadas por una intensidad de preparación frenética. Cada movimiento, cada gesto, parecía inscrito en una coreografía secreta que solo la guerra podía dictar. El pacto estaba decidido, y había que presentarlo a los demás, asegurarse de que todo se pusiera en marcha. Pero una parte de mí seguía preocupada. No por la idea de la unidad entre los clanes, sino por el precio que todos tendríamos que pagar para alcanzar ese objetivo.
Adrian y Dante eran mis pilares en esta empresa, pero sentía el peso de sus miradas insistentes sobre mí. Esperaban que yo tomara la cabeza de esta alianza frágil, pero sabía que cada decisión sería pesada en consecuencias.
El cielo seguía tan oscuro, las nubes hinchadas amenazando con descargar la lluvia en cualquier momento. El viento soplaba a través de las ventanas abiertas de la sala secreta de los Morvan, ahuyentando los olores a cerrado y trayendo consigo una sensación de urgencia. Todo a mi alrededor parecía vibr