Sasha
No podía seguir ignorando el peso que pesaba sobre mis hombros. Ya no era solo una cuestión de supervivencia, de combates físicos o de criaturas sobrenaturales. Ahora nos enfrentábamos a una guerra invisible, un enemigo que se escondía en la sombra y en nuestras mentes. Cada palabra, cada gesto, cada pensamiento parecía ser escrutado, analizado por una fuerza intangible, y ya no sabía si podía enfrentarla sin romperme.
Había algo profundamente perturbador en el aire. La paz, aunque temporal, era una ilusión. Nuestras mentes estaban lejos de estar a salvo, especialmente después de lo que habíamos descubierto el día anterior. Sentía que era una marioneta, tirada por hilos invisibles, en un juego cuyas reglas ni siquiera conocía. Los murmullos en mi cabeza, los sueños inquietantes, esas visiones extrañas… todo eso me alcanzaba, me ahogaba.
Me levanté de la vieja silla, mis manos temblando ligeramente. Dante y Adrian seguían discutiendo en la habitación contigua. Parecían decididos,