Adrian
La luz del día comienza a asomar en el horizonte, pero su brillo no es suficiente para disipar la sombra que pesa sobre mí. Cada rayo de sol que atraviesa la habitación me recuerda que estamos a punto de tomar decisiones que definirán nuestro futuro. Y no hay vuelta atrás. Cuanto más me acerco al momento en que comenzará el ataque, más me inunda la realidad de esta elección. Puedo sentir los pesos de la duda y la culpa apilándose sobre mis hombros.
Soy un hombre roto, un hombre que ha vendido su alma para obtener lo que quería. Todo lo que he logrado, todo lo que me he convertido, solo ha servido para hacerme más decidido a no perder lo que he construido. Pero hoy, ya no son mis ambiciones personales las que importan. Es ella. Es Sasha.
Giro la cabeza hacia ella, la silueta grácil y silenciosa que se encuentra cerca de la ventana, con la mirada fija en el exterior. Parece lista para todo, dispuesta a enfrentar este mundo de violencia y traiciones, pero sé que, en el fondo, está luchando. Ella lucha con su propio corazón, con las decisiones que la desgarran. Y eso es lo que me aterrorizan. Porque veo en ella la misma incertidumbre que llevo dentro, pero no puedo mostrárselo. Debo ser fuerte por ella. Por nosotros.
Ella me mira, sus ojos oscuros levantándose hacia los míos. En su mirada, leo una mezcla de dolor, resignación, pero también determinación. Esta guerra, esta lucha, no la libra solo por nosotros, sino por lo que ha perdido. Por su propio honor. Por su libertad. Y estoy aquí, a su lado, listo para sacrificar todo lo que tengo por ella. Incluso si eso significa perderlo todo.
— Adrian, murmura con una voz casi demasiado suave. ¿Qué hacemos ahora?
Sus palabras me golpean, pesadas de significado. Ella busca una respuesta, pero todo lo que tengo para ofrecer esta mañana es el silencio. ¿Qué puedo decirle? ¿Que la guerra comienza en unas horas, que nuestras vidas van a ser alteradas para siempre, y que nuestro futuro es incierto? No son palabras reconfortantes. Pero debo responder.
— Nos preparamos, digo simplemente, con mi voz rasposa. Debemos reforzar nuestras posiciones. Y sobre todo, debemos mantener a nuestros aliados cerca de nosotros. La batalla de esta noche será decisiva.
Ella asiente lentamente, pero puedo ver la tensión que recorre su cuerpo. Sabe lo que nos espera. Todos lo saben. El primer enfrentamiento tendrá lugar esta noche, a la medianoche, y nadie puede predecir el resultado de esta guerra.
Me dirijo hacia la mesa donde hay un mapa de los barrios, y trazo lentamente las rutas que debemos asegurar. Sasha se acerca, sus pasos silenciosos sobre el suelo de mármol. Se inclina a mi lado, observando el mapa con una atención creciente. Hemos estudiado estos lugares cientos de veces, pero cada línea, cada intersección me parece ahora más crucial que nunca.
— Si Renée es nuestra única baza, debemos asegurarnos de que esté lista para desempeñar su papel, añade Sasha, en un tono firme. Si duda, lo perdemos todo.
La miro, y en sus ojos, veo la misma resolución que siento. Pero también hay una parte de duda. La confianza que depositamos en Renée es una apuesta arriesgada. Pero, como todo en esta guerra, no tenemos opción.
— Tienes razón, digo, tomando una profunda respiración. Debe estar lista, o todo esto será en vano.
Los minutos pasan, y la habitación se llena cada vez más de la electricidad de la espera. Me siento como un hombre que camina sobre un hilo tenso sobre el vacío. Si damos un paso en falso, todo se derrumba. Pero si tenemos éxito… entonces finalmente podremos tomar el control.
Echo un vistazo a la hora en el reloj de pared. Ya casi es hora. La noche se acerca, y con ella, la promesa de la guerra. Puedo oír los ruidos provenientes del exterior, los murmullos del mundo que se prepara para la batalla. El viento ha levantado, trayendo consigo una sensación de inquietud, como si la naturaleza misma supiera lo que iba a suceder. Los pájaros ya no cantan, y el aire es más denso. Una sensación de premonición flota en la atmósfera.
— También debemos hablar con Dante, digo, enderezándome. Necesitamos que nos ayude a reforzar nuestras defensas. Si no comprende la urgencia, podría ser fatal. La lealtad de Dante será crucial esta noche.
Sasha asiente, su mirada endureciéndose. Sabe que Dante es un activo poderoso, pero también una espina en nuestro costado. Sus lealtades nunca son tan simples como parecen. Pero, esta noche, no hay lugar para dudas. Si queremos ganar, todos deben estar en su lugar.
El crepúsculo cae, las sombras alargándose sobre el suelo como los brazos de la noche. Nos preparamos, cada uno en silencio, cada uno en sus pensamientos, sus miedos y sus esperanzas. Nada es seguro. Ni siquiera la victoria. Pero ya no hay tiempo para dudar. La guerra está aquí, lista para devorar todo lo que tenemos.
Y mientras la luz del día se apaga por completo, dando paso a la oscuridad, sé que todo está listo. Solo queda jugar nuestra última carta y esperar que la suerte esté de nuestro lado. Pero en el fondo de mí, me pregunto si realmente podemos controlar el destino, o si simplemente somos marionetas en un juego más grande que nosotros.
— Adrian, me dice Sasha con una voz calmada pero decidida, lo haremos. Juntos, hasta el final.
Le sonrío, esa sonrisa casi imperceptible que atestigua una confianza ciega en ella. En sus ojos, veo el eco de esa misma confianza en mí. Estamos juntos en esta guerra, para lo bueno y para lo malo.
Es hora. La batalla comienza esta noche. Y pase lo que pase, lucharemos, cueste lo que cueste.
SashaEl aire de la noche es pesado, casi sofocante. Cada aliento que tomo parece cargado de una anticipación eléctrica, como si la tierra misma se estuviera preparando para la explosión que pronto sacudirá este mundo. La guerra se acerca, y todo lo que he conocido, todo lo que he amado, todo lo que he temido, está a punto de chocar con una realidad mucho más violenta y oscura. La batalla en la que vamos a participar no es solo una lucha entre clanes, entre lobo y vampiro. Es la confrontación entre el amor y el poder, entre la lealtad y la traición, entre la vida y la muerte.Estoy de pie en el vestíbulo de la casa, observando la noche que se extiende ante nosotros, más allá de las puertas abiertas. La luz de las antorchas proyecta un brillo tembloroso sobre las paredes, proyectando sombras danzantes, como espectros del pasado que regresan para atormentarnos. Todo está en calma, demasiado en calma. El viento susurra suavemente, como un murmullo que viene del más allá, pero en el fondo
SashaLa niebla se extiende sobre la ciudad como una mortuoria manta, sofocando toda luz. La oscuridad nos rodea, pero nuestros pasos resuenan sobre los adoquines húmedos, rompiendo el silencio mortal que reina antes de la tormenta. Avanzamos lentamente, mis sentidos alerta, cada movimiento minuciosamente calculado, cada respiración medida. Adrian camina a mi lado, su rostro tan impasible como una estatua, pero sé que siente la misma tensión que yo, esa presión que pesa sobre nuestros hombros como una carga insoportable.Las calles de la ciudad parecen desiertas, pero sé que es una ilusión. El enemigo está allí, escondido en las sombras, esperando su momento. Y yo, estoy lista. Lista para enfrentarme, lista para sacrificar todo lo que tengo para que nuestra visión se realice. Porque en el fondo de mí, sé que esta guerra no es solo una cuestión de poder. Es una guerra por el futuro, por nuestro derecho a vivir juntos, sin tener que huir constantemente, sin tener que escondernos. Pero m
SashaLa tierra tiembla bajo nuestros pies mientras la batalla arde a nuestro alrededor, un torbellino de violencia, furia y sangre. El ruido de los cuerpos golpeando el suelo, los aullidos de las criaturas heridas, todo se mezcla en una sinfonía macabra que parece no tener fin. Pero en medio del caos, un solo pensamiento se impone en mi mente, tan nítido como la hoja de un cuchillo: debemos ganar. No importa los sacrificios, no importa lo que cueste. Debemos ganar, porque todo lo que hemos construido podría desmoronarse en un instante si fracasamos.Adrian está a mi lado, inflexible, una bestia enfurecida en su combate. Sus ojos oscuros, llenos de una determinación feroz, están fijos en sus enemigos, y puedo ver la rabia que lo habita. Lucha con una precisión casi sobrenatural, un movimiento fluido, rápido, casi hipnótico. Pero no es lo único que me doy cuenta. También está el miedo, oculto en el fondo de sus pupilas. No el miedo a morir, sino el miedo a perder. A perder todo lo que
SashaLa bruma del veneno se ha disuelto, pero una nueva forma de fatiga me invade ahora, más profunda, más tenaz. Cada respiración es una lucha, cada latido del corazón un recordatorio de la fragilidad de nuestra existencia. Sin embargo, estoy de pie, al lado de Adrian y Dante, mientras enfrentamos la última ola de nuestros enemigos. La tensión que flota en el aire es palpable, como una espada lista para cortar.Nuestros pasos resuenan sobre el suelo húmedo, y avanzamos en esta arena de muerte y destrucción, donde solo los más fuertes sobreviven. La batalla que rugía a nuestro alrededor se desvanece poco a poco. Los vampiros, los mercenarios, los traidores, todos están muertos o huyendo. Sin embargo, esta victoria tiene un sabor amargo, porque la verdadera lucha aún está por delante: la lucha por el poder, la lucha por el control de lo que queda del territorio, de la familia, de la vida. Y todo esto tiene un precio.Adrian aprieta los puños a mi lado, su mirada fija en el vacío, en e
SashaLa noche ha caído, pesada y silenciosa, envolviendo la ciudad con un manto oscuro. Las luces de las calles parpadean, como estrellas muertas que intentan volver a encenderse, pero la sombra de la guerra es más fuerte, más persistente que el brillo de la esperanza. Camino en silencio al lado de Adrian y Dante, nuestro trío nuevamente unido, pero con una nueva tensión, una conciencia compartida de que todo lo que hemos construido puede desmoronarse en un instante.La guerra no ha terminado. Ni siquiera ha comenzado, en el fondo. Lo que hemos visto, lo que hemos atravesado, no ha sido más que un calentamiento, un aperitivo. El verdadero desafío comienza ahora. Las otras facciones, aquellas que se han mantenido al margen, comienzan a inquietarse. Los lobos. Los vampiros. Y otros más, jugadores ocultos en las sombras, listos para hacer lo que sea necesario para apoderarse de lo que nos pertenece.— Hay que actuar rápido —lanza Dante, rompiendo el silencio con su voz grave—. Los otros
SashaLos ecos de voces, susurros, amenazas, se entrelazan en el aire denso de la sala. Las caras a mi alrededor están marcadas por expresiones de desconfianza y cálculo, pero las veo. Veo en el fondo de los ojos enemigos, aliados igualmente frágiles, un destello de incertidumbre. Nadie está a salvo aquí. Cada palabra, cada movimiento podría ser el que sella nuestro destino. La tensión es palpable, más viva que nunca, como si la más mínima chispa pudiera incendiar la habitación y, con ella, todo lo que hemos construido. Todo lo que hemos sacrificado.Me siento extrañamente tranquila, una calma glacial que me atraviesa, como una ola negra de un mar embravecido, pero que no me ahoga. Al contrario, me impregna, me solidifica. Miro a Adrian, que se encuentra a mi lado, impasible, su mirada tan afilada como el acero. Él siempre es quien lleva la batuta. Él que me ha mostrado que no hay lugar para la duda en este mundo. Él que, con sus puños de acero, ha roto tantos sueños y ambiciones, aho
SashaEl calor de la batalla aún está en mis venas. El sabor de la sangre, el olor metálico que impregna el aire, los ruidos sordos de los cuerpos golpeados, el caos a mi alrededor – todo esto se mezcla en una danza violenta que me empuja a ir siempre más lejos. Los vampiros caen uno a uno bajo la presión de nuestros ataques. Cada golpe asestado es un mensaje, una advertencia para aquellos que se atrevan a desafiar nuestro poder. Los lobos, por salvajes que sean, obedecen a un solo mandato, a un solo principio: sobrevivir y reinar.Hago una pausa un momento, en un callejón sombrío del vestíbulo principal, para recuperar el aliento. Mis ojos buscan a Adrian en medio de los combates. Él está allí, implacable, una silueta sólida, inquebrantable, atravesando la noche con sus ojos de acero. La lucha está por todas partes a su alrededor, pero parece a gusto, como una bestia en medio de una tormenta.Entonces me giro hacia Dante. Sus ojos no abandonan ni un instante la escena, calculando cad
SashaEl viento sopla suavemente sobre la ciudad, aliviando ligeramente la tensión que me aprieta. Las calles están silenciosas, sin embargo, siento la presión, pesada y constante. La batalla ha dejado huellas, y aunque hemos triunfado sobre Matteo, queda en nosotros una sensación de inseguridad, como si la sombra del pasado continuara persiguiéndonos. Aún no ha terminado. Lo sé. Dante y Adrian también lo saben. No hemos ganado, no realmente, hasta que la última resistencia no haya sido aplastada.Es hora de prepararse para la última etapa. La guerra no termina en un campo de batalla. Termina cuando se rompe el corazón mismo del enemigo. Cuando el alma del poder es aniquilada.Adrian está a mi lado, más tranquilo que nunca. Sus ojos, penetrantes, escrutan el horizonte, pero está ahí, cerca de mí, como siempre ha estado. No es el hombre que conocí, ese hombre distante y misterioso. Es el hombre con quien compartí el dolor, la intensidad, el amor. El hombre que se ha convertido en el al