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Capítulo 41 – La Alianza Frágil

Adrian

La luz del día comienza a asomar en el horizonte, pero su brillo no es suficiente para disipar la sombra que pesa sobre mí. Cada rayo de sol que atraviesa la habitación me recuerda que estamos a punto de tomar decisiones que definirán nuestro futuro. Y no hay vuelta atrás. Cuanto más me acerco al momento en que comenzará el ataque, más me inunda la realidad de esta elección. Puedo sentir los pesos de la duda y la culpa apilándose sobre mis hombros.

Soy un hombre roto, un hombre que ha vendido su alma para obtener lo que quería. Todo lo que he logrado, todo lo que me he convertido, solo ha servido para hacerme más decidido a no perder lo que he construido. Pero hoy, ya no son mis ambiciones personales las que importan. Es ella. Es Sasha.

Giro la cabeza hacia ella, la silueta grácil y silenciosa que se encuentra cerca de la ventana, con la mirada fija en el exterior. Parece lista para todo, dispuesta a enfrentar este mundo de violencia y traiciones, pero sé que, en el fondo, está luchando. Ella lucha con su propio corazón, con las decisiones que la desgarran. Y eso es lo que me aterrorizan. Porque veo en ella la misma incertidumbre que llevo dentro, pero no puedo mostrárselo. Debo ser fuerte por ella. Por nosotros.

Ella me mira, sus ojos oscuros levantándose hacia los míos. En su mirada, leo una mezcla de dolor, resignación, pero también determinación. Esta guerra, esta lucha, no la libra solo por nosotros, sino por lo que ha perdido. Por su propio honor. Por su libertad. Y estoy aquí, a su lado, listo para sacrificar todo lo que tengo por ella. Incluso si eso significa perderlo todo.

— Adrian, murmura con una voz casi demasiado suave. ¿Qué hacemos ahora?

Sus palabras me golpean, pesadas de significado. Ella busca una respuesta, pero todo lo que tengo para ofrecer esta mañana es el silencio. ¿Qué puedo decirle? ¿Que la guerra comienza en unas horas, que nuestras vidas van a ser alteradas para siempre, y que nuestro futuro es incierto? No son palabras reconfortantes. Pero debo responder.

— Nos preparamos, digo simplemente, con mi voz rasposa. Debemos reforzar nuestras posiciones. Y sobre todo, debemos mantener a nuestros aliados cerca de nosotros. La batalla de esta noche será decisiva.

Ella asiente lentamente, pero puedo ver la tensión que recorre su cuerpo. Sabe lo que nos espera. Todos lo saben. El primer enfrentamiento tendrá lugar esta noche, a la medianoche, y nadie puede predecir el resultado de esta guerra.

Me dirijo hacia la mesa donde hay un mapa de los barrios, y trazo lentamente las rutas que debemos asegurar. Sasha se acerca, sus pasos silenciosos sobre el suelo de mármol. Se inclina a mi lado, observando el mapa con una atención creciente. Hemos estudiado estos lugares cientos de veces, pero cada línea, cada intersección me parece ahora más crucial que nunca.

— Si Renée es nuestra única baza, debemos asegurarnos de que esté lista para desempeñar su papel, añade Sasha, en un tono firme. Si duda, lo perdemos todo.

La miro, y en sus ojos, veo la misma resolución que siento. Pero también hay una parte de duda. La confianza que depositamos en Renée es una apuesta arriesgada. Pero, como todo en esta guerra, no tenemos opción.

— Tienes razón, digo, tomando una profunda respiración. Debe estar lista, o todo esto será en vano.

Los minutos pasan, y la habitación se llena cada vez más de la electricidad de la espera. Me siento como un hombre que camina sobre un hilo tenso sobre el vacío. Si damos un paso en falso, todo se derrumba. Pero si tenemos éxito… entonces finalmente podremos tomar el control.

Echo un vistazo a la hora en el reloj de pared. Ya casi es hora. La noche se acerca, y con ella, la promesa de la guerra. Puedo oír los ruidos provenientes del exterior, los murmullos del mundo que se prepara para la batalla. El viento ha levantado, trayendo consigo una sensación de inquietud, como si la naturaleza misma supiera lo que iba a suceder. Los pájaros ya no cantan, y el aire es más denso. Una sensación de premonición flota en la atmósfera.

— También debemos hablar con Dante, digo, enderezándome. Necesitamos que nos ayude a reforzar nuestras defensas. Si no comprende la urgencia, podría ser fatal. La lealtad de Dante será crucial esta noche.

Sasha asiente, su mirada endureciéndose. Sabe que Dante es un activo poderoso, pero también una espina en nuestro costado. Sus lealtades nunca son tan simples como parecen. Pero, esta noche, no hay lugar para dudas. Si queremos ganar, todos deben estar en su lugar.

El crepúsculo cae, las sombras alargándose sobre el suelo como los brazos de la noche. Nos preparamos, cada uno en silencio, cada uno en sus pensamientos, sus miedos y sus esperanzas. Nada es seguro. Ni siquiera la victoria. Pero ya no hay tiempo para dudar. La guerra está aquí, lista para devorar todo lo que tenemos.

Y mientras la luz del día se apaga por completo, dando paso a la oscuridad, sé que todo está listo. Solo queda jugar nuestra última carta y esperar que la suerte esté de nuestro lado. Pero en el fondo de mí, me pregunto si realmente podemos controlar el destino, o si simplemente somos marionetas en un juego más grande que nosotros.

— Adrian, me dice Sasha con una voz calmada pero decidida, lo haremos. Juntos, hasta el final.

Le sonrío, esa sonrisa casi imperceptible que atestigua una confianza ciega en ella. En sus ojos, veo el eco de esa misma confianza en mí. Estamos juntos en esta guerra, para lo bueno y para lo malo.

Es hora. La batalla comienza esta noche. Y pase lo que pase, lucharemos, cueste lo que cueste.

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