Morgana
El instante en que la luz me engulló me pareció a la vez una eternidad y un suspiro. Un vacío absoluto, luego una explosión de sensaciones, de colores, de formas, un torrente de imágenes que se desata en mi mente. Veo rostros, escenas que reconozco y otras que no puedo captar. El pasado, el presente y el futuro se mezclan en una danza frenética. Es como si todas las almas que han cruzado la mía se rozaran, se confundieran, fusionaran en un torbellino de energías.
No sé cuánto tiempo dura esto. Tal vez segundos, tal vez horas. Todo lo que sé es que siento una plenitud inédita, un conocimiento instantáneo del mundo en el que ahora estoy anclada. Un mundo donde mis elecciones ya no son solo mías. Cada acción, cada pensamiento, cada aliento que tomo se convierte en parte de un todo. La luz está ahí, en mí, a mi alrededor, pero ya no brilla como antes. Se ha convertido en mi propia esencia. Me define.
Soy más que la que era. Soy la encarnación de este poder, de esta energía, de est