Dante
El aire nocturno es gélido, pero no siento el frío. La rabia que corre por mis venas quema más que cualquier brisa invernal.
Fijo la imponente silueta de la mansión de Adrian Vassili, ese maldito palacio de vampiro que me ha robado lo que más importaba.
Sasha.
La dejé ir una vez.
No dos.
— ¿Estás seguro de ti? pregunta Matteo, con su mirada penetrante.
— Nunca estoy tan seguro como cuando quieren arrebatarme lo que me pertenece.
Él se ríe.
— No es un objeto.
Le lanzo una mirada oscura.
— Lo sé. Por eso le voy a dejar la elección.
Matteo asiente, y con un movimiento fluido, retrocede, desapareciendo en la sombra.
Yo, avanzo.
Le di una oportunidad a esta historia de resolverse sin violencia.
Pero Adrian y yo sabemos que algunas guerras no se pueden ganar sin sangre.
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Sasha
Un escalofrío recorre mi piel desnuda mientras abro los ojos.
Adrian duerme a mi lado, su brazo enroscado alrededor de mi cintura. Siento el calor de su cuerpo contra el mío, su respiración lenta en mi nuca.