Sasha
La lucha arde a nuestro alrededor. El viento silba en mis oídos, los ruidos de garras y colmillos chocando se mezclan con el tintineo metálico de las espadas y el rugido de los lobos. El aire está saturado con el olor a sangre y sudor, un olor familiar ahora, pero que solo alimenta la rabia que burbujea en mí. Cada movimiento, cada gesto que hago es calculado, rápido, decidido. Los enemigos caen a nuestro alrededor, pero la batalla parece interminable. Me siento como una leona, rugiendo en la oscuridad, ciega a todo excepto a mi objetivo: poner fin a esta guerra.
Adrian está a mi lado, siempre implacable, su silueta recortándose en la bruma como una sombra viviente. Su presencia es mi fuerza. No necesito decirle qué hacer. Ambos sabemos lo que queda por hacer.
¡No te detengas! grita Adrian mirándome. Su voz es áspera, pero llena de convicción. Lucha como un hombre poseído, cada golpe cargado de una ira silenciosa. Nunca he visto a alguien luchar con tal intensidad.
Estoy a punto