Sasha
Luego desapareció en la niebla tan repentinamente como había aparecido. La atmósfera a nuestro alrededor se cargó de oscuros presagios. La profecía ya no era un simple murmullo, se había convertido en un grito de alarma.
Adrian se volvió hacia mí, su mirada impregnada de rabia pero también de determinación. No había vuelta atrás. Lo que habíamos comenzado, ahora había que terminarlo.
Les mostraremos lo que es la verdadera guerra, dijo, cada palabra pesada de promesas de destrucción y venganza. Y esa profecía, al final, será rota.
El silencio que siguió a la partida de Célian era tan opresivo como una pesadilla de la que no se podía despertar. Adrian permanecía inmóvil, la mirada perdida en la niebla que seguía danzando a nuestro alrededor, como un velo funesto anunciando la tormenta.
Sabía que él estaba reflexionando, que estaba calculando cada opción, cada posible salida. Pero yo no podía esperar más. La adrenalina burbujeaba en mis venas, alimentada por la rabia y la incertidu