Ella, que no recuerda la expresión del rostro de nadie una vez que todo terminó. No recuerda tampoco cuántos copos de nieve cayeron entre cada parpadeo. Solo recuerda la sensación salada de su piel contra su paladar, mientras observa los hombros grandes de un hombre caminar hacia la salida.
Sabe bien.
Pero también de esa satisfacción nació la incomodidad.
Ese hombre que solo provoca y nunca pierde.
—Los pájaros en migración son entrenados. ¿Debería adoptar uno también? —las palabras crípticas alcanzaron a Alexei, que la observó sobre su hombro-. La pregunta es, ¿podría hacer que sobreviva?
—Escuché que tienes gatos, y probablemente se comerían a ese pájaro. Es una lástima.
Y tiene razón.
Ella, una asesina entrenada para ser la siguiente reina de la Organización de la Mafia Italiana, traicionó a los suyos, a quien la creó. Es una cachetada directa a la cara del Capo italiano, su padre adoptivo.
Los odiaba a todos ellos, pero en especial a una mujer, a quien consideró hermana por tanto