El sonido del teléfono móvil rompió el silencio en la oficina de Isabela. Era un ruido que ya se había vuelto familiar, especialmente cuando las cosas se ponían tensas. Miró la pantalla con una ligera mueca. Era un mensaje de Valeria Ferrer, que había decidido dejar claro que no tenía intenciones de aflojar el ritmo de la competencia.
Isabela lo leyó con calma, su rostro imperturbable.
"Me ha gustado nuestra charla. Ha sido refrescante, pero recuerda, no todo se resuelve con antiguas estrategias. Nos vemos pronto. La competencia no descansa."
Una mezcla de irritación y determinación recorrió su cuerpo. Valeria no solo era peligrosa en los negocios, sino que había comenzado a jugar con un tipo de poder más personal, emocional, casi subyacente. Era un poder que Isabela rara vez encontraba, y eso la inquietaba.
Dejó el teléfono sobre la mesa y se levantó. La oficina estaba silenciosa, el vidrio de la ventana reflejando la ciudad que comenzaba a despertar. Las luces de la ciudad parpadeab