La luz del día comenzaba a desvanecerse, dejando paso a la oscuridad de la noche. Clara no podía recordar cuándo había empezado a sentirse tan exhausta, como si toda su vida se hubiera convertido en una espiral interminable de incertidumbre. Después de aquella conversación con Ignacio, algo en su interior había cambiado. La claridad que había buscado durante tanto tiempo ahora parecía más lejana que nunca. Si había algo que había aprendido en todo este tiempo, era que la verdad nunca venía de la forma en que uno la esperaba. A veces, se presentaba en fragmentos dispersos, a medio camino entre las mentiras y las medias verdades.
Ignacio había dejado claro que el juego que estaban jugando era mucho más grande que ambos. No se trataba solo de su relación o de su confianza mutua, sino de una red de secretos, de pactos no escritos, de compromisos que se extendían más allá de lo que Clara podía imaginar. En algún lugar, en las sombras, su padre seguía siendo una figura de poder, moviendo lo