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— Oh, princesa no eres tú, pero yo sí lo soy — responde él con un guiño.

Se me cae la mandíbula.

— ¡Beck ! ¡Eso no es justo ! Vamos, solo una vuelta rápida. Por favorcito.

— No, lo siento, cariño, pero todavía te estás recuperando. Te lo compensaré, lo prometo — dice, besándome la frente.

Acaba de terminar de ensillar a Atlas y ha tomado la cuerda de guía de mis manos. Caminamos hacia una pista al aire libre y vemos a Ryan parado a varios metros de un enorme Percherón, visiblemente nervioso. Beck abre la puerta de la pista y entra con Atlas. Morgan guía al Percherón detrás de Beck y Ryan lo sigue lentamente.

Beck se monta en la silla con agilidad y se acomoda en el asiento.

— Vamos Ryan, súbete — llama.

Ryan traga saliva.

— Eh… ¿Cómo se supone que hago eso ?

— Pon un pie en el estribo y pasa la otra pierna al otro lado — dice Beck con una risa.

Ryan mira al caballo con nerviosismo, pero obedece. Los otros chicos se apoyan contra la cerca de la pista, pero yo no. Me subo y me siento en la baranda superior. Desde aquí puedo ver a Ryan temblando. Pobrecito.

Observo a Beck galopar con gracia alrededor de la pista durante varias vueltas.

— Muy bien, Ryan, tienes que caminar cuatro vueltas y después puedes bajarte, ¿de acuerdo ? — Ryan asiente bajo el casco y empuja al caballo para que avance. El caballo empieza a caminar y Ryan se pone pálido y tira de las riendas. Todos se ríen y él se pone rojo. Intenta de nuevo, pero vuelve a detener al caballo.

— ¡Vamos Ryan, tú puedes ! — grito.

— Eh… N-no creo que pueda — responde él.

— ¡Vamos Ry, no seas un bebé ! — grita Carter.

Beck ha dejado de galopar y observa desde el otro extremo de la pista. Suspiro y salto de la cerca. La mirada de Beck se clava en mí mientras cruzo la pista. Los chicos dejan de reírse cuando me acerco a Ryan, que está temblando.

— Ryan, ¿estás bien ?

— No, no puedo hacer esto, Lexi — dice, en pánico.

— Ryan, escúchame, respira. Puedes hacerlo. ¿Alguien te enseñó alguna vez ? — murmuro.

Él niega con la cabeza.

— ¡Con razón estás nervioso, no tienes idea de lo que haces ! Déjame ayudarte.

Me mira con esperanza.

— Te guiaré una o dos vueltas. Después de eso tienes que empujarlo suavemente con los talones para que se mueva. Vas a querer balancear tu cuerpo con él y mantener el equilibrio. Para hacerlo girar, tienes que tirar suavemente de las riendas hacia donde quieras que vaya. ¿Ok ?

Asiente.

— Bien, vamos. Estaré aquí todo el tiempo, así que no entres en pánico.

Vuelve a asentir. Hago un sonido con la lengua al caballo y agarro la correa del bocado, debajo de su barbilla. Ryan lo empuja y comenzamos a caminar. Pasamos junto a Beck, que nos observa, completamente fascinado.

— Muy bien, hazlo girar a la izquierda aquí, eso es — murmuro.

Miro a Ryan y empiezo a notar que se relaja. Terminamos la primera vuelta y comenzamos la segunda.

— Ryan, en un momento voy a soltarte. Tú sigues desde ahí, ¿de acuerdo ? Te quedan dos vueltas y ya terminas — le digo al acercarnos al final de la segunda vuelta.

Se pone pálido y asiente con rigidez. Suelto la correa del bocado y me alejo. Ryan se tensa, pero continúa. Se sienta rígido en la silla, pero empieza la tercera vuelta.

— Ryan, relájate, él siente tu tensión. ¡Lo estás haciendo genial ! — grito.

Asiente y se relaja visiblemente. Termina esa vuelta y empieza la última. Al girar en la última curva de la cuarta vuelta, una gran sonrisa aparece en su rostro. Me acerco a él y tomo las riendas del caballo para que pueda desmontar. Ryan salta al suelo y me mira, sonriendo de oreja a oreja.

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