Valentina.
Las manos me tiemblan al colocarme la chaqueta, fuera las gotas de agua siguen cayendo, el sol se está ocultando y las penumbras comienzan a devorar todo a su paso, es cuando mi mente me lleva a ese día, uno tan parecido a este que cuesta diferenciarlo.
— Mamá, ¡Eliot no está!
— Tranquila hija, ¿de qué hablas? ¿A dónde fue ese bueno para nada ahora?
— Ese es el problema mama, no lo sé, no sé a dónde se fue ¡pero se llevó a Dulce!
— ¿Dónde estás? ¿Qué paso?
— Estoy en mi casa, le exigí que se fuera, seguí tu consejo mamá, ya no lo quero, discutimos, y él solo se encerró en la habitación de huéspedes, entonces bañe a Dulce para tranquilizarme y luego la