84. El dolor de la bestia.
El mundo es un torbellino de sombras y dolor.
Oigo voces. Lejanas. Como si hablara a través del agua.
—La dosis aún no es suficiente…
—Necesitamos más resistencia.
—¿Y la chica?
—Monitoreándola.
Intento moverme, pero no puedo.
No hay cuerpo. No hay forma. Solo el peso del dolor, hundiéndome en una negrura espesa.
Un zumbido empieza en mis oídos. Agudo, perforante.
Y entonces, la luz.
Una ráfaga de electricidad recorre mis nervios.
Grito.
O tal vez no.
Mi garganta es un desgarro seco, mi pecho una herida abierta.
Siento mi carne tensarse, cambiar, intentar transformarse, pero algo lo bloquea. Algo que me mantiene atrapado entre hombre y bestia.
No sé cuánto tiempo pasa hasta que el dolor se disuelve en una niebla confusa.
Y ahí la veo.
Rita.
No sé si es un sueño o una visión, pero está frente a mí. De pie. Con el cabello revuelto y la mirada llena de angustia.
—Luke…
Intento hablar, pero no tengo boca. No tengo voz.
Ella se acerca, coloca una mano en mi pecho, justo donde el dolor es m