ADELINE DE FILIPPI

La mañana en la oficina transcurría normal, la vuelva de Barcelona fue tranquila, excepto por lo que ví esa noche, pero Lucien, sobreprotector como siempre, decidió que nos quedáramos en casa unos dos días al verme nerviosa en la oficina. Decidió tomarse unos días a mi lado para que yo me relajara y que manera de relajarme, estuvimos juntos, esos días completos, nadamos en la piscina, cocinamos juntos e hicimos el amor tantas veces que perdí la cuenta, solo recordarlo me hacía sonreír.

Después de ese mini descanso, volví a la oficina de la mano de Lucien, sonreíamos y todo lo que había pasado unos días atrás se me había olvidado. mi asistente como todas las mañanas me había dejado mi agua de limón en el escritorio.

—Silvano, por favor, que esos informes estén en mi escritorio en media hora —le dije mientras me recogía el cabello.

—Ya los tienes en su bandeja, Adeline —respondió con una leve sonrisa, siempre puntual, siempre eficiente… siempre cerca.

Asentí y entré