Capítulo 6

- Ella solo es mi amante, tú sabes que para cosas del amor yo no estoy – joder, otra vez el corazón me duele.

- Eso dices ahora, pero no se sabe qué pueda pasar.

- Jamás me enamoraré de ella, Lisa es solo un pasatiempo. En algún momento me aburriré de ella como de todas – es un hijo de puta. Ojalá pase rápido eso, así recuperaré mi vida.

Estoy lista para ir a la dichosa cena, aunque las ganas de ver la cara a ese idiota las tengo por los suelos. Ahora que me veo con sus vestidos costosos, solo me provoca romperlos todos y devolvérselos.

- Lisa, ¿dónde estás? – abro la puerta de mi habitación y veo que mi hermano está otra vez bebiendo. La decepción regresa a mí.

- Estás tomando… Prometiste no hacerlo.

- ¿Dónde sacaste esa ropa? – M****a, esta ropa se ve muy cara y fina. Nosotros no tenemos dinero para pagar esa clase de ropa, Lisa. – Cuando voy a responder, tocan la puerta, así que mi hermano se apresura a abrirla. Juro que al ver quién es, casi me voy para atrás. Martín está parado frente a mi hermano, mirándolo de manera extraña, y luego mira la botella que hay en su mano.

- ¿Quién es usted? – pregunta mi hermano, mirando a Martín de arriba abajo.

- Soy el jefe de su hermana y vengo por ella. Tenemos una reunión importante – dice penetrándome con sus ojos brillantes que me derriten. Mi hermano me mira y luego lo vuelve a mirar a él.

- ¿Usted fue el que le dio la ropa?

- Así es.

- Usted no debería darle nada a mi hermana, y mucho menos esa ropa tan costosa. Para eso estoy yo – veo cómo Martín se ríe irónicamente y siento que en cualquier momento se va a armar la guerra de Troya.

- Antonio, cálmate. Estás muy tomado. Es mi jefe.

- Tranquila, señorita Molina. Yo le explico aquí a su hermano. Señor Molina, si le di esa ropa es porque quiero que mi personal se vea presentable y tenga lo mejor, más aún porque su hermana es mi asistente, mi mano derecha, la que me acompaña a todos los eventos y reuniones importantes. Ella necesita estar a la altura. No puedo creer que se haya inventado todo eso. Es obvio que es mentira. Es porque soy su m*****a amante. Mejor que en vez de estarme diciendo que no le dé cosas a su hermana, mejor deje de beber de esa manera y consiga un empleo, así deja de ser una carga para su hermana.

- Martín, ya basta – le digo, mirándolo con rabia, ya que él no debe meterse con mi familia. – Antonio, nos vemos más tarde. No tomes más. – Salimos de casa y nos montamos en el auto, pero yo estoy bastante enojada. ¿Cómo se le ocurrió hacer eso? No debiste decirle eso a mi hermano. – Martín pega un frenazo que juro que si no tuviera el cinturón de seguridad, me hubiera dado contra el vidrio. - ¿¡Qué te pasa!? ¡Estás loco!

- Porque se me hace que el causante de tus golpes es el imbécil de tu hermano – me quedo de piedra cuando Martín dice eso. Las palabras se fueron automáticamente. Tenía que defender a mi hermano, pero no me salían las palabras para defenderlo o para decir algo por él. – Tu silencio me lo confirma.

- Él no me hizo nada, Martín.

- No soy estúpido, Lisa. Tu hermano es tomador. No me sorprende que sea alcohólico. En cualquier momento se puede descontrolar y puede lastimarte.

- Mi hermano no me lastimaría. Bueno, ya lo hizo, pero no fue grave.

- Cuídate, Lisa. Si ese idiota se atreve a tocarte de nuevo, así sea un solo cabello, te juro que no tendré compasión de él.

- Martín está pasando por un mal momento.

- No le da derecho de desquitarse contigo. Bueno, sí tiene razón, pero es mi hermano y no le puedo dar la espalda.

- Dejemos este tema mejor. Quiero tener una bonita velada. – La cara de Martín cambia y acaricia mi mejilla.

- Yo también quiero tener una maravillosa velada. – Llegamos a un lindo restaurante con una vista a un lago enorme que está iluminado con luces y algunas velas. La noche está perfecta y Martín está bastante atento, pero todavía está en mi cabeza lo que él le dijo a su hermano… Yo solo soy la amante y jamás llegaré a ser algo más, aunque no entiendo por qué me estoy haciendo jodidas ilusiones.

- ¿Estás feliz en la empresa?

- Me ha gustado. Igual, llevo pocos días. Espero poder aprender mucho más. – Él se queda mirándome de manera extraña, como si quisiera decirme algo, pero justo cuando se decide, la voz de una mujer adulta nos interrumpe.

- Hijo, ¡qué sorpresa! – ¿Hijo? … Ay, lo que faltaba.

- Mamá, ¿qué hacen aquí? – Cuando volteo, veo a una señora mayor y a un señor también mayor, pero que se ven conservados. Los dos tienen rasgos que tiene Martín y marcos, lo que quiere decir que los dos son sus padres. Dios mío, qué vergüenza.

- Estábamos comiendo con tu padre, no pensábamos encontrarte aquí y tan bien acompañado – dice mirándome y luego se acerca – hola, mucho gusto. Soy Roxana, la madre de Martín, y él es mi esposo, Patricio.

- Mucho gusto, soy Lisa Molina – cuando le voy a dar la mano al señor Patricio, Martín me atrae a su cuerpo alejándome de él y me susurra.

- No te acerques a él.

- Ay, hijo, deja de ser así – menciona la señora Roxana – ¿están saliendo?

- Madre… – dice algo molesto Martín.

- Hijo, es que desde Celeste no te he visto con ninguna mujer – ¿Celeste? ¿Quién es ella?

- Madre, por favor – advierte Martín mirándola mal.

- Sé que están saliendo, así que Lisa te invito este fin de semana a mi casa a una comida con mi familia – m****a, qué incomodidad. Ahora qué digo.

- Madre, no creo que…

- Tú cállate – le dice su madre con mala cara. Lo que me causa risa es que él se queda callado como niño regañado – te espero, Lisa. Adiós, hijo mío – los padres se van y la verdad la situación se puso bien tensa. La señora Roxana no dejó terminar al pobre de Martín, lo calló de golpe.

- Joder… – maldice Martín – mi madre siempre me maneja con un dedo – y como si fuera un bipolar, empieza a reírse. ¿Qué le pasa?

- ¿Estás bien?

- ¿Te molesta ir a cenar a mi casa el sábado?

- Martín, yo no quiero que tu familia confunda las cosas.

- Diré que solo somos amigos, no te preocupes. Si no voy el sábado y no voy contigo, mi madre me mata – suelto la carcajada del siglo porque es chistoso escuchar a un hombre de 32 años temiendo a su madre.

- Todo un hombre y con miedo de mamá.

- Amo mucho a mi madre y no me gusta verla enfadada – terminamos de cenar y así nos dirigimos a la casa de Martín. Allí tomamos un poco de vino y, para estar más cómoda, me retiro los tacones. Él, al verme, sonríe – sabes, así, sin tacones, te ves más pequeña, pareces una niña.

- No te burles de mi estatura, idiota – bueno, sí, mido 1,56, pero qué importa, las chiquitas también tenemos lo nuestro – lo bueno viene en envases chiquitos – veo cómo sus ojos se oscurecen y luego me atrapa en sus brazos.

- Eso tengo que probarlo – junta sus labios a los míos y yo, sin pensarlo, correspondo. A pesar de lo mal que me siento, Martín se ha vuelto en una debilidad para mí. Este hombre sabe cómo y dónde tocarme, y en parte, esto llega a asustarme porque sé que esto va a terminar muy mal para mí – mi inocente Lisa.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo