Alaric
Celeste volteó hacia mí, eso lo recuerdo claramente. Me miró con una expresión como si me estuviera observando por primera vez... o quizás era la última. Estaba seguro de que se podía ver el universo en sus ojos. De repente, eran azules con estrellas y mundos que sabía que nunca iba a conocer.
Valerius gritaba aterrado, como siempre quise escucharlo desde que había aparecido, desgraciadamente, en mi vida, como una rata, un insecto. El poder que había entrado en la cúpula, que ahora se caía a pedazos, resonó en mi cuerpo ahora sin poderes, como si fuese una caja vacía.
Entendí que Celeste era la única que podía derrotarlo, ese vampiro ya no haría daño, estaba destruido. Pero el cuerpo de mi amor temblaba y ella gritaba como si esto fuera demasiado.
—Mi cielo...
Celeste se volteó y todo se volvió azul y blanco. Mi madre se colocaba delante de mí como si quisiera protegerme, y lo último que vi fue su rostro de perfil y escuché su voz.
—Recuérdalo, mi niño de ojos del bosque: lo m