Capítulo 30
Una novia hermosa
Capi
Me senté sin protestar, después de todo no tengo alternativa alguna al respecto, una de ellas empezó a trenzar mi cabello, apretando con firmeza pero sin hacer daño. La otra me aplicaba una especie de ungüento tibio sobre la piel, con movimientos lentos, calculados. La tercera abría la caja y sacaba pequeños frascos de vidrio, de donde surgían aromas dulces, amargos, desconocidos para mí.
No hablaban, no sonreían, no me miraban. Yo tampoco decía nada. Pensaba en todo lo que no entendía, en todo lo que fingía aceptar. Cuando sentí que ajustaban el vestido sobre mi cuerpo, una de ellas comentó en voz baja, como si hablara consigo misma: “Tiene buen porte… se ve frágil, pero no lo es”. No supe si eso era un cumplido o un juicio disfrazado de cortesía. No respondí.
—Aprieta un poco más la cinta —indicó la mayor, mientras se inclinaba para alisar la falda del vestido—. El Alfa prefiere que no quede suelto. —¿Y si a mí no me gusta así? —pensé, pero no dije