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 La otra en mi vida
La otra en mi vida
Por: Alessisalazar
1. Más de una despedida

CRISTOPHER 

—¿Estás listo?, miren nada más, Cristopher Meier Leroy, dos veces reconocido como el empresario del año y siempre apareciendo en los rankings de sociales como uno de los ceos más guapos de Francia, mi querido hermano se va a casar, es tu última noche de soltero. ¡Queremos declaraciones!... ¿Seguro que no quieres huir?, tengo el auto listo. 

—No Pierre, madura y déjame tranquilo, gracias a todos por venir, sé que querían una despedida de soltero con strippers y mucho alcohol pero ya saben que ese no es mi estilo. 

Y agradezco porque a pesar de como son, mi hermano y nuestros amigos se ríen y disfrutan acompañándome en como le dicen, mi último día de soltero, soltero al menos de forma legal porque hace 4 años, mi corazón tiene el compromiso más grande amando a Olivia, la mujer de mis sueños.

—¡Por Cristopher, Olivia y el amor que unirán para siempre mañana!. 

No hay duda de que Pierre es el alma de la fiesta donde se coloque, mi hermano menor siempre hace un escándalo y no hay nada que adore más que eso, a veces se dice que las mujeres son más sensibles y estoy de acuerdo, sin embargo, eso no quita que hombres como nosotros valoremos el vínculo que compartimos porque aún cuando Pierre y yo tenemos padres biológicos distintos, el es mi amado hermano y Hugo, su padre ha sido un mejor mentor que el mío y estaré eternamente agradecido por eso. 

—Bueno, yo me tengo que ir— aviso mirando el reloj pero estos no me dejan salir— no, entiendan que mañana me caso y tengo que estar sobrio. 

—No has tomado nada, mira hermano te queremos y a Olivia también— mi hermano me abraza y nadie responde qué pasa cuando se apagan las luces— pero es tu última noche de soltero y nosotros te acompañamos, así que no seas pesado y disfruta. 

—¡Pierre Clement!— escucho a Hugo molesto cuando ve mi incomodidad— tu hermano te dijo que respetes su decisión, a él no le gustan estos escándalos y a mi tampoco.

—Una vez al año no hace daño papá. ¡A celebrar!. a veces Cristopher parece más tu hijo que yo.

Mi idea era cenar con amigos, reír un rato y dormir temprano, pero entre mi hermano y mis amigos han convertido la noche en algo que no pedí: música alta, alcohol que no quiero y mujeres bailando. 

Estoy sentado al fondo, lejos de todo, con un vaso en la mano solo para no parecer más incómodo de lo que ya estoy, mañana me caso y me siento fastidiado, mucho más cuando mi atención va a la mujer que se acerca con sigilo, una stripper de piel trigueña clara, cuerpo delgado y antifaz negro caminando con calma hacia mi. 

No quiero mirarla, pero lo hago, me debería ir pero algo en ella me detiene, no sólo por cómo se mueve, sino porque, diablos me estoy volviendo loco pero hay algo familiar, no sé si es su boca, la forma en que ladea la cabeza o simplemente una sensación que no puedo explicar. 

—¡Eso es hermanito!— apenas escucho a Pierre— la morocha está muy guapa. 

Se detiene frente a mí bailando con movimientos suaves, lentos como si no tuviera prisa, por más que preguntó quién es, mo me habla, solo me mira desde detrás del antifaz mientras se balancea con la música.

—¿Te conozco?— mis dedos no la tocan, solo el antifaz, esos ojos oscuros se me hacen familiares— ¿eres tú, de verdad eres tu?. 

No responde, solo se asusta y sale corriendo cuando mis dedos rozan su antifaz haciendo que me levanté para detener la música, pocas veces soy tan impulsivo pero mi tontería y la de mi hermano me ponen de mal humor, Hugo me apoya y sin más me salgo contrariado con los recuerdos a los que no le hago caso, en pocas horas me caso y no hay nada que impida está felicidad así que me voy y despierto en casa, sin resaca y viendo el mejor amanecer. 

—¿Estás listo?— la voz de mamá suena maravillada— mi niño, mi primer amor. 

—Listo y muy feliz madre. 

—Gracias a Dios, me alegra saber que aunque en un principio no entendías mi posición, ahora seas tan feliz con una mujer como Olivia Nox, una heredera de alta alcurnia como tú y tu hermano. 

—No empieces mamá, el pasado quedó atrás hace mucho y está bien, soy feliz y estoy seguro que dónde quiera que esté, Ximena también lo está, vámonos. 

Le pido y a veces me desespera ver cómo ella misma parece encantada trayendo el recuerdo de mi ex. 

—¿Qué habrá sido de ti Ximena?— me preguntó en la soledad de mi auto— espero de corazón que estés bien bonita, tan bien como yo. 

El pequeño recuerdo de ella y yo mirando a una pareja saliendo de la iglesia me remonta a la época en la que ella con 19 y yo con 20, nos jurábamos amor eterno, sus ojos marrones grandes y expresivos se llenaban de lágrimas ante la sensibilidad de algo tan sublime, mi linda novia se recostaba en mi pecho y me dejaba aspirar el olor a frutas de su cabello negro y liso, una mujer además de ser bellísima, tenía tanta inocencia como dulzura, una que me encandilaba hasta los huesos pero todo en pasado. 

Mi mundo es este ahora, Ximena se fue buscando un futuro mejor, han pasado 8 años y yo ahora llego feliz a la iglesia donde ya no soy espectador sino protagonista de mi boda y el nuevo comienzo al lado de la mujer ideal.

Estoy en el altar, la iglesia está llena y todo luce como Olivia y yo queríamos, familiares, amigos, los tulipanes blancos, la música suave y sobre todo la emoción de escuchar la marcha nupcial y ver al ángel que camina hacia mi. 

Olivia entra del brazo de su padre, hermosa con un vestido blanco, elegante, con tirantes delgados y una falda que roza el suelo, el pelo recogido, unos mechones sueltos castaños enmarcando su cara, es perfecta. 

—Te ves como un sueño. 

—Te amo Cris, por favor siempre tenlo presente, júrame que nunca lo vas a olvidar. 

—¿Mi amor estás bien?.

—Te amo, eres el único hombre que amo.

El sacerdote empieza, palabras que he escuchado mil veces en ensayos o películas, pero nada tan real como ahora. 

—Cristopher Meier ¿aceptas a Olivia Nox como tu esposa?

—Sí —respondo sin dudar.

—¿Olivia, lo aceptas como tu esposo?

—No.

Me río revisando porque tengo que seguir dormido, miro a mi alrededor pero la cara de los invitados se ve mal y ni hablar de la hermosa mujer que me mira entre lágrimas y me pide perdón. 

—¿Olivia?. 

El vestido se arrastra ligeramente por el pasillo mientras los murmullos crecen a su paso y aunque grito desesperado para despertar, no lo consigo, me quedo ahí viéndola correr mientras que me falta el aire, no entiendo nada, nos amamos, puedo verlo cuando me mira… ¿Por qué me dejó?.

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