XXIX Hermanos
—¿Dónde estabas? —preguntó Desz.

La desaparición de Furr le agrió el ánimo desde el alba, cuando encontró su lecho vacío. Siguió su rastro y acabó hallándolo junto al río, en la zona donde él mismo lo había llevado a asearse una vez. Estaba sentado en la ribera. Su cabello y ropas estaban mojados.

—Fui a la aldea, al mercado. Todos hablan de lo ocurrido, creen que pueda tratarse de lobos —le contó.

—No quiero que vayas a la aldea. Debemos evitar levantar sospechas si queremos seguir aquí, ¿lo entiendes?

Furr veía con interés algo en el suelo.

—Mírame cuando te hable —lo regañó Desz.

El joven clavó su mano entre la hierba y la sacó rápidamente. Del puñado de tierra que cargaba se asomó una lombriz.

—Pude escucharla.

—¿Escuchas a una lombriz, pero no a mí? —cuestionó Desz, mirando a la criatura retorcerse antes de ser devuelta a su mundo subterráneo.

—Ellos son los que deben ocultarse, no nosotros. Somos seres superiores, Desz. ¿Acaso el ave se oculta de las lombrices? Ellas son
NatsZ

El vínculo entre Desz y Furr se fortalece. Y pronto tendrán más compañía. Y más problemas...

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