Reino de Nuante
El sol apenas y se distinguía en el horizonte cuando el cuerpo fatigado de Lis ya no pudo más. Seguía siendo jalada por Desz y estaba por desfallecer.
—Por... Favor... —balbuceó.
Desz detuvo su andar en un claro del bosque. Oía un río cerca y a ninguna criatura que pudiera resultar problemática en los alrededores.
—¡No te muevas de aquí! —apuntó el tronco seco de un árbol caído y Lis no tardó en sentarse o más bien desplomarse.
Andar con esos zapatos tan grandes y mojados le dificultaban la marcha y los pies le palpitaban dolorosamente. Y temblaba, el aire frío del bosque le helaba las ropas húmedas hasta calarle los huesos.
Desz regresó cargando algunas ramas secas. El Tarkut las acomodó en el suelo y se dio a la tarea de hacer surgir las llamas, frotando unas varillas primero y golpeando unas piedras después.
Lo único que surgió, luego de intentarlo largo rato, fue un gruñido.
Con una mueca de dolor Lis se puso de pie. Las piernas agarrotadas protestaban a cada p