Ante la expresión desencajada del rey, Furr repitió las palabras que resultaban ser una bendición de los dioses que por tanto tiempo lo habían olvidado.
—Tu copero es un Dumas, Ulster, es hermano de uno de mis aliados.
El monarca soltó una risotada.
—¡¿Este absurdo es tu venganza?! ¡El encierro te enloqueció!
—Lo habría hecho si tu copero no me hubiera liberado. ¿Nunca lo sospechaste? Tantos años prisionero y de pronto logro escapar. Incluso me daba sangre a escondidas.
—¡Mientes, m4ldito monstruo! ¡Mientes!
—Su misión era matar a Barlotz, por eso se volvió su copero ¿Adivina qué debía hacer contigo?
Ulster se aferraba la cabeza con desesperación.
—Has fornicado con cadáveres, un Dumas no está tan mal en comparación, sobre todo uno que luce tan atractivo e inocente, tan frágil. Y se verá por siempre así porque no puede crecer, jamás envejecerá. Incluso puedes mutilarlo con confianza, como tanto te gusta hacer, porque sanará. Es el juguete perfecto. Como puedes ver, no soy renco