CAPÍTULO 5

—No sabes mantener tus manos quietas, te dije que no vuelvas a tocarme... Y no, no quiero verte de nuevo. ¡Vete! —grito y luego tomo una gran bocanada de aire para recuperar mis fatigados pulmones, después de tan horrible arrebato.

El hombre me mira furioso, sus ojos parecen centellear en ira. Aprieta fuertemente los puños, como tratando de mantener el control que está a punto de perder.

—Tú... —Me señala con el dedo, su entrecejo se frunce cada vez más, mostrando un hombre muy distinto al de hace unos minutos atrás.

—Kylian... Debes salir, vamos. —Un hombre pelinegro entra a la habitación, interviniendo. Su voz profunda hace eco en el lugar.

Es un poco bajo que el otro, pero aún así, igual de corpulento y apuesto. Observo mejor al pelinegro, recordando que él también aparecía en mis sueños, al igual que Kylian. ¿Qué significa todo esto?, no logro entender.

—Velkan, no te metas en esto. —Se cruza de brazos y clava de nuevo sus ojos en mí—. Creo que es bruja y ha robado el cuerpo de Electra.

Mis ojos se abren casi como platos, evidenciando mi sorpresa por sus estúpidas palabras.

—¿Qué dices? Kylian, ¿acaso no sientes su esencia? Es ilógico pensar que no es ella, está algo cambiada pero es ella después de todo. Pensé que ya habías superado su muerte.

Velkan se fija en mi fea cicatriz y desvío la mirada, un tanto incómoda.

Levanto la mirada al escuchar nuevos pasos en la habitación. Sin embargo, identifico un sentimiento de felicidad en mi interior cuando veo el cuerpo de Gabriel entrar y sonreír con tal calidez.

—Una hermosa rosa venenosa y llena de espinas... —Se acerca enfundado en un traje oscuro y con su cabello rubio resplandeciente.

No sé por qué escuchar esas frase por segunda vez me produce algo de gracia, entonces sonrío levemente.

—¿Escapaste? ¿Cómo llegaste aquí? —Me acerco también a él, pero me detengo a una distancia cómoda.

Es libre ahora, al menos él parece tener una razón por la cual vivir.

—Digamos que me aproveché de las circunstancias. —Echa un vistazo a Velkan y Kylian, quienes nos observan casi aterrados.

Me pregunto qué es lo que sucede. De inmediato Kylian se interpone entre ambos y me toma de la mano, la cual suelto enseguida.

—Aléjate de Electra si no quieres que el tratado se rompa e inicie una guerra en contra de tu especie. Estás advertido Gabriel. —Lo amenaza y Gabriel no tiene otra opción que alejarse de mí.

Sonríe levemente en mi dirección, lo que me tranquiliza por el momento.

—Sabes que no permitiría eso, Tamara fue quien luchó por el tratado y es mi esposa, y hermana de Gabriel, ten más respeto por nuestra familia. No puedes ponerme a escoger entre dos aguas, así que deja de decir estupideces y recupera la compostura que debe poseer un rey. —Velkan encara a Kylian, ambos parecen fulminarse con la mirada.

Rey, ¿pero de qué? Además, ¿de qué tratado hablan?

—Piensa lo que quieras. Ahora salgan. —Se dirige a ambos con un tono de voz bastante autoritario mientras que acomoda su elegante camisa blanca—. ¡Pero ya! —grita colérico y de inmediato ambos hombres se van a una velocidad casi increíble.

Se gira hacia mí, caminando como si flotara sobre una nube. De repente y en un parpadear aparece muy cerca de mi rostro, haciéndome gritar debido al terror que me causa.

—He entendido que no eres Electra, pero hasta que ella regrese no te irás de aquí. —Estudia mis oscuros ojos con una mirada gélida.

—Nunca va a regresar entonces, porque yo soy y seguiré siendo Opal Moldoveanu. La mujer que buscas no soy yo, ella está muerta. Por lo que veo, deberías seguir el consejo de Velkan o como se llame. Supérala ya y déjame ir. —Lo encaro con furia.

¿Cómo es posible pretender ser la mujer que él quiere que sea?

—Eres detestable. —Niega con la cabeza, con una expresión de dureza.

—Y tú un patán. —Lo miro de arriba a abajo, con enojo y desprecio —. Si terminaste con tu ridiculez, ¿puedes decirme por dónde queda la salida?

De repente ríe con sorna y eleva una ceja. Frunzo el ceño, ¿qué es tan gracioso?

—¿Y quién dijo que te irías? —Se acerca aún más a mí, con una sonrisa torcida—. Estamos en la dimensión vampírica, más allá de los montes cárpatos, mucho más...

—¿De qué hablas? Esos montes... —Frunzo el ceño de nuevo, no entiendo nada en realidad.

—De todas formas quieres morir, ¿no es así? —Su sonrisa retorcida me produce escalofríos—. Allá afuera serás como carne cruda para pirañas. Hay neófitos y otros peores que esos, te drenarán la sangre como tanto quieres. Adelante... —Niego con la cabeza, sería horrible morir así—. Bien, entonces te quedas. Nos vemos después, porque a partir de hoy, no podrás salir de aquí. Ya has elegido, preciosa.

Camina hacia la puerta y me enseña unas llaves antes de salir, esbozando una expresión de dureza y dejándome encerrada.

Contrariada, me siento sobre el borde de la elegante cama y cierro los ojos exhalando profundo. Trato de procesar todo este cambio en mi vida, que menos es vida ahora que caí en manos de un demente que espera  yo sea alguien que no soy, y que para rematar, no planea dejarme ir. ¿Quién iba a pensar que la dulce y cariñosa voz de los susurros, podría ser de alguien tan extraño y perverso como él?

Sin más remedio me echo sobre las sábanas y lloro con tanto enojo, dejando salir todo el dolor que retengo dentro de mí, hasta que el pesado sueño comienza a apoderarse de mi cuerpo y yo no opongo resistencia al hecho.

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