La mujer del Cóndor: 13. Me encantas, Stravos.
Regina Stravos
Después de una noche de pesadillas y consuelo inesperado, desperté sintiéndome un poco más tranquila. Quizás fue el abrazo de Diego, o simplemente el cansancio acumulado que me obligó a dejar de llorar.
Me arreglé rápidamente y bajé a desayunar, esperando que este día fuera menos caótico que los anteriores. Pero, como siempre, la paz era un lujo en esta casa.
Mientras colocaba un plato en la mesa, Julia apareció como una tormenta, con su característico aire de superioridad.
—Sigues aquí, Regina. ¿No tienes vergüenza? —dijo, cruzando los brazos mientras me miraba con desdén. —Eres una maldita coqueta, siempre tratando de llamar la atención de mis hermanos. ¡Eres una basura!
La ignoré al principio, tratando de no perder la paciencia, pero Julia nunca sabía cuándo detenerse.
—Mírate, arrastrándote por esta casa como si fueras algo más que una simple Stravos. Michael debería haber acabado contigo hace tiempo.
No me controle y le pegué una bofetada, Roberta hizo acto de pres