El regreso a los territorios de Shadow Wolves fue un desfile de derrota. Nadie hablaba, solo se escuchaba el crujir de la nieve y los gemidos apagados de los heridos. Las manchas de sangre marcaban el rastro de su humillación. Vidar era cargado como un trapo sucio sobre los hombros de uno de sus hombres, su cuerpo inconsciente, casi inerte, el brazo colgando, despedazado.
Kael caminaba detrás, con los ojos fijos en la espalda de Vidar. El miedo y el respeto que una vez impuso ese hombre… se evaporaban al ritmo de cada gota de sangre que caía en la nieve.
Cuando finalmente cruzaron los límites de la aldea, los curanderos se llevaron al lobo herido a la clínica improvisada. No hubo recibimiento, no hubo honor. Solo un silencio incómodo y miradas esquivas.
La amputación fue inevitable. Kael no necesitó estar presente para saberlo. Los rumores corrieron como fuego en un campo seco: “el brazo no se pudo salvar… la herida era demasiado grave… Vidar, el infame Mano Derecha del Alfa, había qu