POV: Aslin Ventura
Al día siguiente me encontraba en la habitación donde descansaba Verónica. El silencio era tan denso que parecía llenar cada rincón, solo interrumpido por los sollozos ahogados de Sad, que estaba sentado junto a la cama de su madre . Sus pequeños hombros temblaban mientras las lágrimas caían sin cesar sobre sus mejillas. El niño sostenía la mano de Verónica con tanta fuerza, como si ese simple contacto pudiera devolverla a nosotros, como si con su inocencia y su amor pudiera arrancarla de aquel sueño profundo en el que estaba atrapada.
Me quedé de pie, observando esa escena con el corazón desgarrado. Sentí un nudo en la garganta que apenas me dejaba respirar. Sad levantó la vista hacia mí, y en su mirada encontré una tristeza tan grande que me atravesó el alma. No era la tristeza de un niño que había perdido algo pasajero, era la mirada de alguien que ya había visto demasiado dolor. Aquellos ojos me hicieron preguntarme qué habría pasado si fuera yo quien estuviera