POV: Carttal Azacel
Me estaba volviendo loco.
Subí a mi oficina porque necesitaba aire, espacio, algo. Lo que fuera que me permitiera no perder el control. Cerré la puerta de golpe y me apoyé contra ella, conteniendo la rabia que me carcomía por dentro.
Quería destrozar algo. Quería agarrar el primer objeto a mi alcance y hacerlo trizas. Pero sabía que no podía hacerlo. No ahora. No cuando los niños estaban abajo, asustados, sintiendo el mismo caos que yo llevaba por dentro.
No podía darme el lujo de romperme. No ahora.
Caminé de un lado a otro, pasando las manos por mi cabello, sintiendo esa presión en el pecho que ya me resultaba familiar. El veneno estaba confirmado. Isabella había sido envenenada. Nuestra hija. Nuestra pequeña.
Y Cinthia… esa maldita mujer.
Todos le creían. Todos la aplaudían. Todos la veían como una heroína. Como si hubiera salvado a Isabella por amor, por compasión, por instinto. Pero yo la vi. Vi esa mirada, esa seguridad forzada. Nadie actúa con tanta precisió