POV: Aslin Ventura
Llevaba días encerrada. Perdí la noción del tiempo. No sabía si era lunes o viernes, si era de día o de noche. Las cortinas seguían cerradas. El mundo allá afuera podía estar ardiendo, y yo no lo sabría.
No quería hablar. No quería ver a nadie. Ni siquiera a mis hijos. Y eso era lo que más me dolía. Porque ellos no tenían la culpa. Pero cada vez que escuchaba sus pequeñas voces del otro lado de la puerta, sentía que el pecho se me rompía en mil pedazos. ¿Cómo podía mirarlos a los ojos sabiendo que no podía protegerlos de todo esto? ¿Cómo podía consolarlos si yo misma estaba rota?
Mi cuerpo apenas respondía. A veces me levantaba solo para cerrar con seguro cuando escuchaba que alguien subía. No comía. Apenas bebía agua. Me limitaba a existir, si es que a esto se le podía llamar existir.
Hasta que ella apareció.
Cinthia.
Tuve que escuchar su voz varias veces para convencerme de que no era una alucinación.
—Aslin, sé que estás ahí. Por favor, déjame ayudarte —decía del