POV: Aslin Ventura
Habían pasado tres meses.
Tres malditos meses .
Tres meses en los que todos pensaban que estaba muerta.
Tres meses en los que Carttal creyó que me había perdido para siempre.
Y en los que yo... solo sobrevivía.
Porque esto no era vivir.
Era una tortura lenta, diaria, insoportable.
Alexander me tenía como una prisionera. No me dejaba salir ni siquiera al pasillo. Tenía cámaras, cerraduras, y a dos hombres apostados afuera de mi habitación todo el tiempo.
Ni una ventana abierta.
Ni una palabra del exterior.
Nada.
Solo cuatro paredes, una cama, un baño pequeño… y el sonido de mi corazón rompiéndose cada día un poco más.
No sabía nada de mis hijos.
No sabía si estaban bien, si comían, si dormían, si preguntaban por mí.
Y esa era la peor parte.
Ese vacío que me quemaba por dentro.
—Mis niños… —susurraba por las noches, mientras las lágrimas mojaban la almohada—. Mamá está aquí… pero no puede volver todavía…
Alexander me lo había arrebatado todo.
Pero lo que más me dolí