Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl cuarto de Laila parecía más chico esa tarde. Las paredes angostas, la ventana pequeña con el vidrio temblando por el ruido de la calle, la cama sin cabecera, la cortina deslavada. Todo era igual que siempre, y aun así, todo parecía distinto. Como si el aire se hubiera llenado de una electricidad silenciosa que le erizaba la piel sin viento alguno.
Sobre el colchón, la maleta abierta esperaba como una boca ansiosa. Laila había metido y sacado la misma ropa cinco veces. Playeras dobladas y desdobladas. Shorts que no sabía si servirían en climas cálidos. Un vestido sencillo que nunca había usado por completo, solo lo había imaginado en la tienda, y ahora dudaba si meterlo. Se veía ridícula preocupándose por ropa cuando tenía el corazón hecho un nudo firme en el pecho. Ridícula y, d







